viernes, 7 de enero de 2011

Maus



Quienes me conocen saben que no es casual que mi primera entrada del año se la dedique a un libro. Entre otras cosas porque hace tiempo que no lo hacía, porque vivo rodeado de libros y porque no dejo de leer, aunque ahora sea literatura medieval. Pillé hace unas semanas de mi biblioteca un libro que me atrajo hace tiempo. Por el tema, por el fondo y por la forma. Por el continente y por el contenido.

Pese a que el título ya lo he desvelado en la entrada, y la portada ilustra el encabezado del post, quiero ir dando pistas, a modo de piezas de un puzzle, para que al final cada uno se componga su propia idea.

La primera es que es un cómic. Casi de trescientas páginas. Unos dibujos diferentes. No aparecen Filemón ni Zipi y Zape, para mis coetáneos; tampoco el Capitán Trueno o Roberto Alcázar y Pedrín, ni nadie del TBO, ahora que se reedita; ni siquiera Songoku o Japón impregnan ni una sola página, por aquello de que el manga es una potencia en el cómic. Ni un solo color aparte del blanco y negro.

La segunda es que es un cómic que ha ganado un Pullitzer. Es una de las principales distinciones en lo que a premios culturales a nivel mundial se refiere.

La tercera es que es biográfico, y en algunas partes autobiográfico, lo que hace que sea todavía más difícil ir armando las piezas.

La cuarta es que tiene una temática social y un mensaje. No hay disfraces absurdos a lo Mortadelo, ni perentorias hambrunas como la de Carpanta, ni perros como Idefix o Milú. Lo anterior es parte fundamental de la historia del cómic, pero este, que lo ha dibujado Art Spiegelman, tiene una fina ironía pero sobre todo una profunda rabia interior. Es un libro que habla en primera persona del nazismo. De la miseria humana, del odio, de las terribles dudas de saber si al día siguiente uno podía levantarse y seguir vivo...

La quinta es que es original, muy original. Quizás por lo anterior, por la vergüenza de lo humano en un cómic, tan inocente a priori, tan asociado con la risa, con los personajes irreales... los personajes de Maus, que así se llama el libro, son ratones. Ratón en una ratonera metido, quizás porque recuerde a la ratonera de las cámaras de gas.

Lo leí, y lo vi, y me gustó, y no poco. Aunque pienso que jamás debía haberlo leído. Sobre todo porque libros como este es una pena que se hayan tenido que llegar a escribir

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