Permítame mi profesor de lengua Antonio Serradilla el empleo de estas palabras inglesas. No es mi intención recurrir a ellas por el mero hecho de usarlas y de ponerme una medalla o un pin por demostrar que "sepo" otro idioma. En mi caso las utilizo para enfatizar su sentido o para morderme lo que verdaderamente pienso y opto por un camino más diplomático que en lógica medida se contrapone al de la descalificación. Una suma de ambos es lo que quizás explique esto. Hace un tiempo, escribía sobre los palotovis, y los definía como los paletos localistas de toda la vida. En ese momento, aquellos mismos palotovis y otros, heridos quizás porque en aquel momento fui demasiado explícito, me procuraron un zarandeo dialéctico que rozó un ridículo que apenas se sostuvo en el momento en el que se leían sus respuestas.
Sigo cada vez más convencido de que ser palotovi es complicado, y se debe llevar mal, sobre todo en una época como la actual, en la que además los palotovis, aparte de ir veraneando en cualquier playa del sobaco (ya se sabe que es aquella donde todo el mundo se conoce) ejercen como tal con el enfado, pues no son capaces de reconocer que la principal característica que tenían ya no se sostiene ni con la mejor de las estrategias que sirve para pongámosle, tunear un puente.
Y si de puentes, por empezar en algún lugar va la cosa, podemos hacer el símil de que mientras que unos optan por eliminar estructuras de puentes señeros en la ciudad (me vuelvo a referir, obviamente, al Puente San Francisco) otros realizan obras de ingeniería en aras a facilitar el progreso de la ciudad. Vaya, pero se podría decir que eso no vale, que esa obra estaba proyectada con anterioridad. Ejem, ejem, ¿y el enlace se proyectó o ésa ha sido la principal causa de retrasar uno de los tramos del Tajo más de un año la apertura?
Peor les va si hablamos, por ejemplo, de Palacio de Congresos. No sólo se presenta un proyecto muy importante, sino que, además, contra el criterio de su propio partido, el Alcalde de Cáceres lo apoya y no contento con eso presenta el día siguiente un pabellón polideportivo en el lugar donde debería ir el Palacio que aún hoy siguen demandando Pepe Diego, Cristina Leirachá y compañía. Hachas de guerra entre palotovis, pues.
Si hace poco querían buscar la fisura en la empresa prometida por Ibarra, ahora la pueden encontrar. Ni más ni menos que IBM, y encima en el Polígono de Las Capellanías. Y a partir de octubre, funcionando.
Se les acaba el crédito. A los palotovis que permanentemente han mantenido el discurso de que en Cáceres no existían inversiones y que éramos una ciudad discriminada se le agota el crédito. Y un palotovi sin críticas de supuestas migajas es como un Miguel Salazar sin botellón en La Madrila. Tanto monta, monta tanto, metonimia al canto.
Puestos a contar, por si hasta ahora no hubiera existido convicción, hagamos un ejercicio de enumeración. Factoría Joven, Residencia de Deportistas, Módulo de Pista Cubierta, Palacio de Congresos, Hospital, Centro de Cirugía de Mínima Invasión, Centro de Artes Visuales Helga de Alvear, Escuela de Feminismo, Autovía Cáceres-Plasencia, Autovía Cáceres-Mérida, Autovía Cáceres-Badajoz, Autovía Cáceres-Trujillo, Ave, Proyectos de Viviendas de Interés Regional a 60.000 euros, Ronda Este, Capitalidad Cultural 2016 y Día de Extremadura, Ecoparque, Nuevos Centros Educativos, Empresa IBM...
Todo esto es tan complicado de pensar que no cabe en un sola idea de felicidad personal. Ver todo realizado es fruto de un proyecto colectivo. El ideal de proyecto que la izquierda que gobierna Extremadura quiere para Cáceres, demostrando con hechos que no hay migajas, y que nunca las hubo. Palotovis, o pensais en positivo, o ya de nada vale una imagen ciudadana en blanco negro. Con el crédito perdido, demos paso a la ilusión y al bienestar de todos.
Cáceres y el 2016 están ahí. Cojamos el tren