domingo, 31 de julio de 2011

Consorcios, fundaciones y demás organismos culturales en Extremadura

Se presta la polémica de estos últimos días en relación al Festival de Mérida para hacer una reflexión en profundidad sobre cuál va a ser la política cultural del actual gobierno regional en relación con determinados organismos culturales.

Con el paso de los años, las necesidades culturales de nuestra región y la política cultural que tanto el gobierno regional como administraciones locales y la llamada sociedad civil, posibilitaron que diversos organismos fueran puestos en marcha.

Me estoy refiriendo, por ejemplo, a la Fundación Academia Europea de Yuste, a la Fundación Orquesta de Extremadura, al Centro Unesco, al Cexeci, a la Fundación Helga de Alvear o a Consorcios variados como los del Museo Vostell, el Gran Teatro o el López de Ayala.

Se trata de organismos de un gran prestigio y que en sus ámbitos de actuación dentro del terreno de la cultura están posibilitando, con paso firme, que nuestras instituciones tengan una consideración fuera de dudas. Al frente de cada uno de ellos hay personas de mucho prestigio, sean o no sean extremeños, como Antonio Ventura, Miguel Murillo, Jesús Amigo, Helga de Alvear o José Miguel Santiago Castelo, por citar solo a algunos. Eso sin entrar a enumerar las personas de renombre internacional para las que instituciones como el Cexeci, la Orquesta, el Centro Helga de Alvear o la Academia de Yuste les merecen la mayor de las credibilidades.

Son organismos cuya gestión no recae solo en la Junta de Extremadura, sino que en su organización interna un Patronato o un Consorcio conformado por instituciones, la mayor parte de las veces públicas, es el órgano colegiado para adoptar acuerdos y las principales decisiones.

Ahora se abre un nuevo período en Extremadura. También, por tanto, para la cultura. La primera baja, dolorosa y de gran prestigio, como la de Blanca Portillo y Chusa Martín, se acaba de producir. Las nombro en singular, porque su compromiso fue la de conformar un tándem que iba a preocuparse por remontar el vuelo del Festival de Mérida.

Conozco a casi todos los responsables de esas instituciones. A unos mejor que a otros. Y he conocido cómo la administración regional anterior ha mantenido un escrupuloso respeto por su gestión. Habrán surgido discrepancias en momentos puntuales, pero no creo que haya existido, como puede empezar ahora, una sensación de estar permanentemente en guardia porque puedan aparecer presiones del gobierno de turno a la hora de desarrollar unos programas culturales u otros.

Espero, sinceramente, que lo sucedido con el Festival haya sido un traspié, pero solo eso. Y que de los fallos se aprende. Si no, empezaremos a reconocer cómo la cultura, y la libertad para crear, diferencia a unos y a otros. El tiempo dará o quitará razones

sábado, 30 de julio de 2011

Censuras, presiones y renuncias de libro

Poco ha tardado el gobierno de Monago en tener trascedencia nacional a cuenta de una cada vez más demostrable censura de quien no tiene reparos en levantar el teléfono. Problemas: que el cortijo no es de uno, que en verano no hay noticias y que a quien llamas tiene 1.230.000 registro en Google cuando por mucho curriculum que una tenga no llega a 35.000 registros.

Dicho todo esto de la forma más objetiva, creo que quien pierde de forma inmediata y a medio plazo es el Festival de Mérida.

No creo que pierda Blanca Portillo, ni tampoco Chusa Martín. Al contrario, salen reforzadas con el lógico arrope de sus compañeros de profesión, allegados y arrimados.

Mi duda es si quien descuelga el teléfono para pedir que retiren la fotografía, indudablemente presionada a su vez por el actual presidente regional, soportará la presión de verse en el disparadero como una censora y una coartadora de la libertad. Porque eso no le gusta a nadie, y más si se ha hecho a regañadientes. Porque más allá de la ocupación temporal de un cargo, uno llega al mismo con un poso de trabajo y de experiencia, muy demostrable detrás, como es el caso de la Consejera de Cultura regional. Y a nadie del mundo de la cultura le gusta que refuten o que retiren por presiones sus tesis.

Primer pulso echado, pues. ¿Primera baja? ¿Aguantará el chaparrón?

jueves, 28 de julio de 2011

No nos representan, de Pilar Velasco


Leerse un libro bien estructurado sobre el 15M es tener la oportunidad de confrontar tus pensamientos y tu ideología con lo que se sigue diciendo no ya en asambleas de indignados, sino en muchas casas, en muchos lugares de nuestro país y más allá de nuestras fronteras.

Este de Pilar Velasco es un libro bien estructurado. Sobre todo porque me consta que ha estado con el 15M al pie del cañón desde el inicio, porque las crónicas las ha ido enviando a pie de calle y porque su rol de periodista con el de joven sobradamente cabreado, acudiendo al título de su otro libro, se han complementado a la perfección.

Como hago con casi todos los libros que me dejan un poso, apunto notas y las guardo. En este caso, como es de esos libros, lo he hecho. He anotado reflexiones compartidas, pero también cuestiones con las que no estoy de acuerdo. Además, he punteado otras que si bien me parecen muy razonables son de temas de los que sinceramente no entiendo mucho, como el de los alimentos transgénicos.

Hay un apartado que creo que debería haber tenido más eco, no sé si en el libro o si en el propio 15M, que es el de la cultura, pues apenas hay un guiño al permanente anhelo de la cultura para todos, traducido aquí a que la cultura llegue a todos los barrios y las plazas. Como cuña publicitaria, si se me permite, dejo este enlace, como muestra de que algunas de las reivindicaciones que se hacen se empiezan a asumir por parte de quien realmente cree en la participación ciudadana y en la democratización de la vida. Caso, por ejemplo, de la revisión del tipo de Agencia de Calificación o del impuesto a las transacciones financieras o a la banca.

Dentro de las reivindicaciones, solo voy a terminar aludiendo a una, a la de que nos encaminamos a una nueva Asamblea Constituyente, con todo lo que la radicalidad del término conlleva y con todo lo que de ilusión representa. Porque sea como sea esa nueva Asamblea Constituyente, sí que es cierto que poco a poco se están dando pasos en todos los sentidos que permiten vislumbrar un cambio de estilo, por parte de muchos, para que veamos las cosas de otra forma.

Porque para sentirnos parte de algo, debemos tener interiorizado que conseguimos logros reconocibles para todos. A buena parte de españoles no nos tocó votar la Constitución, pero nos está tocando modernizar, por acción, por omisión, desde la barrera, desde la barra de un bar o desde las barricadas de este tiempo, nuestro día a día.

Hace tiempo escribí que la izquierda debe buscar ese nuevo proletariado, entenderlo, comprenderlo y buscar complicidad, porque ya no es aquel de la primigenia revolución industrial. Creo que ya no hace falta: ese nuevo proletariado, organizado a través de la red, ha salido a la calle hace meses porque estaba cansado de que nadie fuera a buscarlo.

domingo, 24 de julio de 2011

La casa del propósito especial




Otro libro de verano. El segundo de John Boyne. Pensé en dejarlo nada más empezar, porque no veía en él otro atractivo que haber sido escrito por el autor de El niño con el pijama de rayas. Me equivocaba. Lo leí hasta el final. Acerté.

Con Boyne viajé ayer al nazismo y hoy a la Rusia de los zares, desde una historia atrevida y original, ya desde la propia estructura del libro. Un libro que parece un diario y que tiene ese sentimiento de culpa de quienes padecieron una guerra, directa o indirectamente, y que tienen mucho que ocultar, bien por temor a ser descubiertos bien porque sus heridas solo se las cicatrizan ellos mismos.

Da la impresión de que escribe realmente el protagonista y no el escritor. Si mañana me dicen que la narración es histórica sería verosímil. Si siguiera con la conjetura tendría que dar la razón a quien me ha dicho alguna vez que la escritura la provoca el sentimiento de pérdida de algo. Porque el libro es una pérdida constante. Casi de todo menos de la dignidad del que la cuenta.

Cambio de régimen, un punto de imposibilidad, todas las etapas de la vida excelentemente descritas y la atracción de lo que rodea a la sociedad rusa. Son muchos ingredientes para un libro que termina haciéndose corto.

sábado, 23 de julio de 2011

Libros emparejados

No suelo dejar en mi estanterías libros sueltos. Un libro de un autor, sea el que sea, llama irremisiblemente a otro libro de ese mismo autor. Podía decir muchas personas con las que me ha sucedido esto, pero curiosamente pienso en aquellos autores que carecen de compañeros de baldas. Pienso en Jesús Ferrero, guionista que ha sido de Almodóvar, o en Muriel Barbery, o en Vassily Grossman, o en Salman Rushdie, o en Eugenia Rico. Pero realmente no hay muchos más. Suelen estar emparejados, como si se necesitaran, como si un libro no fuera suficiente como para saber algo de su autor. Como si un libro solo dejara incompleta esa biografía oculta que el escritor solo evoca en sus creaciones. Como si la madera de las estanterías se sintieran huérfanas por no cabalgar conjuntamente a lomos del mismo nombre en distintos lomos.

miércoles, 20 de julio de 2011

Los diarios de Sábato

Uno puede escoger un libro o el libro también puede escoger a quien lo lee. Creo que este segundo caso puede aplicarse al libro que acabo de terminar. Porque de no haber coincidido con Ernesto Sábato en uno de los momentos que cuenta en el libro, no hubiera profundizado ni en su vida ni en su obra. Hubiera sido uno de tantos escritores y pensadores esenciales de Latinoamérica, como Borges, se me ocurre, o como Julio Cortázar, por citar algunos, de los que se poco más que algunas de sus obras, esperando que en este tiempo alguna asignatura me brinde la oportunidad de leerme Rayuela.

Recuerdo a Ernesto Sábato en el MEIAC, enjuto, frágil, terriblemente frágil, al lado de su inseparable Elvira, igual que Pilar del Río lo era de Saramago. Bajó por el ascensor a ver la exposición que pensando en él, y nada más que en él y en su visita, se dispuso en la planta baja. Tengo el catálogo en casa. Prismas y proas. Vanguardias literarias argentinas. Se detuvo en algunos de los ejemplares que más le asombraron, algo que cuenta en el libro.

Entonces tuve que subir a por Irene Cardona, otra premiada, que tenía que dar de comer a su hija recién nacida. Seguramente me cruzaría con los conductores, con Domingo entre otros. De él también habla en el libro. Y del viaje a Badajoz.

No recuerdo su intervención con motivo de la entrega de los Premios Extremadura a la Creación. Sé que la publicó El País. Recuerdo los aplausos y el sentimiento emocionado de quien devuelve parabienes desde un escenario, pese a que no pueda levantarse de su silla.

Vuelvo al libro. Breves reflexiones donde las sensaciones de la crisis argentina de entonces recobra vigencia con la crisis actual; donde el apoyo a los jóvenes y a sus ilusiones recuerda al 15M; donde el aparente derrotismo de un anciano que destila fuerza y vitalidad recuerda al de tantos mayores deseosos de exprimir minuto a minuto su energía.

Sigo, y mezclo el leitmotiv de lo escrito. España. Barcelona, Madrid, Badajoz o Las Canarias. Un crisol de lugares para un escritor que entonces pensaba que escribía un epitafio pero que nos dio el placer a todos, sobre todo a sus argentinos, de vivir casi una década más. Murió con 90 años, este mismo 2011.

martes, 19 de julio de 2011

Símbolos, gestos, gobierno, régimen e incoherencias

Un articulista del diario Hoy sintetizaba muy bien lo que está sucediendo en Extremadura con una frase muy gráfica: "estamos asistiendo a un cambio de gobierno, no a un cambio de régimen". Pues eso justamente es lo que algunos no terminan de entender.

Algunos no terminan de entender que antes que ellos hubo otros y que según qué acciones emprenden pues otros podrán, o podremos, recordarles que no son los primeros habitantes del sistema democrático extremeño. Por ejemplo, el actual presidente del parlamento regional presenta a bombo y platillo un proyecto de web que dejamos hecho en la anterior legislatura y que no presentamos precisamente por respeto a una institución que en apenas tres semanas ha hecho, con su presidente a la cabeza, más política partidista, que en los cuatro años anteriores.

En política también son muy importantes los símbolos. Y nuestra democracia debe respetar tanto lo legalmente establecido como lo tradicionalmente asumido. Así, no es de recibo que se produzcan presentaciones públicas de directores generales sin una publicación en el DOE previo nombramiento en el Consejo de Gobierno. Y roza lo irracional que la derecha de nuestra región haya eliminado de un plumazo un orden de asientos cuya colocación está inspirada en el Nuevo Régimen que surge tras las Revolución Francesa de 1789.

Son nuevos tiempos, está claro, esos donde uno puede por la mañana hacer el discurso de la austeridad y por la tarde abrir un pabellón deportivo municipal solo para presentar un fichaje estrella del gobierno.