14 de abril
Acudo a este blog que frecuento menos de lo que me gustaría últimamente porque no puedo dejar de escribir de una fecha importante por las ideas, por las emociones y por las experiencias.
1. En primer lugar, porque el catorce de abril representa no ya el deseo de alcanzar la III República, sino la satisfacción -no digo que con mezcla de sorpresa- que les podría quedar a quienes tanto lucharon entonces si supieran que buena parte de sus postulados son hoy día aceptados en una monarquía parlamentaria como la nuestra. Cierto es que para muchos sería deseable un sistema diferente, pero ante la imposibilidad de saber si podremos llegar con civismo y con los votos, y no con las botas, como diría Felipe González, me quedo con lo que tenemos porque es más de lo que parece.
Alterno este post con las vidas de Salinas, Guillén, Cernuda, Aleixandre o Alberti. La de García Lorca también, por supuesto. Hoy día tenemos abierto el debate socioeconómico del estado del bienestar. En estos tiempos de crisis, donde todo se cuestiona en el estado del bienestar, ese logro que emana de aquel Informe Beveridge, ese primigenio Wellfare State, no debemos olvidar que lo que algunos pensaron en la República fue un Estado de la Felicidad, o de la Dignidad.
Porque dignificar como lo hicieron, o como lo pretendieron, todos los pueblos a través de la educación y de la cultura, con iniciativas como las Misiones Pedagógicas, merece que siempre quede en el aire el interrogante de saber cómo sería hoy día España si aquello hubiera durado la mitad de lo que la dictadura infame que arrancó ilusiones. Aquellos años vieron posiblemente a las mejores generaciones intelectuales que jamás tendrá nunca un país. Qué habrían hecho en esta sociedad del conocimiento es otro de los futuribles que jamás tendrá respuesta.
2. En segundo lugar porque curiosamente un 14 de abril, pero del 1981, se cumplieron 30 años de la creación de mi asociación de siempre, de los Amigos de Francisco de Asís. Ignoro si alguien deliberadamente escogió precisamente esa fecha en unos años que bullía el anhelo de libertad. Pero da igual. Porque lo que sí tengo claro es que si algo me ha dado pertenecer a esta asociación ha sido libertad, capacidad para convivir, autonomía, emociones y experiencias. Ha sido, y sigue siendo, una escuela de vida. Cimentada en esos valores franciscanos que desde el siglo XIII siguen, en su literalidad, tan vigentes. Otra cosa es que sus interpretaciones tengan más o menos fortuna, más o menos habilidad para adaptarse a los tiempos.
Por esos dos motivos no podía dejar de escribir sobre el 14 de abril
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