sábado, 26 de noviembre de 2005

Torre de Bujaco


En el centro de la Plaza Mayor, esperando al visitante y sufridora de excesos varios, para nada intolerante y artífice de alguna que otra polémica. De sus paredes cuelgan por igual anuncios de grandes ferias de arte contemporáneo, Foro Sur, como alguna que otra urna que prevé el número del gordo de navidad.

Vivir para ver

viernes, 25 de noviembre de 2005

El Altavoz

Hace unos días inicié una nueva aventura en el mundo de las revistas y de las publicaciones. Atrás quedan los años de Hermano Papel (pese al nombre que extrañe o haga gracia) como publicación de aprendizaje y punta de lanza. El Altavoz (que no el Semáforo como aprendices a juvenólogos me decían hoy) surge de manera experimental para llenar el vacío de aquellos fanzines que hace años dejé de ver por Cáceres. Un formato muy manejable y siempre, en el aire y en la tierra, en el cielo y en el suelo, el fantasma de saber cuánto durará la constancia.
Embarcarse en una publicación es uno de los mayores retos y te proporciona grandes satisfacciones, pero también te produce enormes desilusiones. Una publicación debe ser un proyecto colectivo, una suma de iniciativas y de estilos, de mezcla, de diversidad. Ése ha sido el gran enemigo tradicional de este tipo de loables iniciativas.
Larga vida, pues al Altavoz

Un blog, mi blog, tu blog

Recuperar los antiguos diarios, el espíritu de los cuadernos de ruta de los viajeros en un mundo global. El afán por contar, por transmitir y por expresar, aquí y allá, allá... y acá. Un blog, tu salida al mundo. Hace tiempo que se huye del personalismo de internet, de registrar, de una manera esnobista a mi juicio a la par que respetable, tu nombre como seña de identidad, como isla en la tela de araña.

Reconozco que me ha resultado complicado tener esta Torre de Bujaco (tanto o más de lo que costó abrir al público un señero signo identitario de nuestra querida Cáceres). Quizás por el compromiso, sobre todo, de tener que escribir y expresar, y expresar, escribir y también contar. El nombre no es lo de menos, faltaría más, y además no quería incurrir en un excesivo personalismo.

Confieso que la primera elección no era el nombre actual (que no sé aventurar si acaso goza de mucha eventualidad) sino que un símbolo como el Arco de Cáparra fue el elegido. La tela de araña del mundo de los blogs, si acaso por unos días lo impidió. No es mi intención con este nombre caer en el localismo, por representar si acaso uno de los emblemas del Patrimonio de la Humanidad.

Todo lo contario, pues debe generar un efecto llamada: a las ideas, al compromiso, a las culturas y al diáologo. Espero, pues que esta aventura de los blogs mantenga, en mi caso la constancia.