martes, 28 de agosto de 2007

1984-2007


Creo que muy pocas veces utilizo la palabra consternación. Posiblemente a lo largo de este blog sea la primera vez que lo hago. También porque vuelvo a incumplir mi palabra dada de silencio bloggero hasta finales de septiembre. Suelo seguir a todos (a los que actualizan y a los que no actualizan). Pero estoy consternado porque he visto cómo una persona que hacía lo que quería, que utilizaba su cuerpo de manera saludable, que actuaba de ejemplo para muchísimos críos se ha muerto haciendo lo que más le gustaba: jugando a fútbol. Recuerdo muy vagamente que a un jugador de los Celtics le pasó lo mismo en un entrenamiento, y que Angel Almeida, querido en Cáceres, poco más o menos. Ha sido dramática la agonía. Triste. Muy triste. Sobre todo porque parecía que era buen jugador y inmensa mayoría solo nos fijamos en los dorsales grandilocuentes. Antonio Puerta. Descanse en paz

lunes, 13 de agosto de 2007

Rompiendo silencios a cuenta de Sabina y Serrat



Me doy cuenta de que probablemente no vaya a poder ser tan indefinido este silencio como lo que pretendía. No es más que una cuestión de centrarme en otras cosas más prioritarias para mí que en esto de escribir, pero la verdad sea dicha anoche viví un momento histórico: ver el affaire de Sabina y Serrat, subidos juntos en el hípico de Cáceres es impagable. No voy a entrar a valorar, tampoco quiero pensarlo, que el fin último de esto, como algún amigo me comenta sea el económico. Es cierto que ambos dos "golfines" son una máquina de ganar dinero en diferentes soportes pero el despliegue y el desgaste para mí ayer tumba estos argumentos. Dos sesentones se pegaron tres horas de un concierto muy medido y estudiado, con guiones intercalados que dinamizaron bien el ambiente y que a muchos nos pusieron la carne de gallina. Para mí era la primera vez que les veía encima de un escenario (una vez vi los últimos treinta segundos de uno de Sabina, así que eso no cuenta) y la verdad es que Serrat me sorprendió más agradablemente que Sabina. Los dos fueron solícitos con el público y se prestaron a guiños a la ciudad que quizás podrían haberse trabajado más internamente con otras instancias. Guardaré mi entrada mucho tiempo.

Como regustos, creo que el dispositivo de entrada pudo ser mejorable para evitar tanta cola, que aunque no se notó mucho quizás existió una barrera superable en espacios reservados y que conociendo el repertorio de los dos fenómenos podrían haberse tirado alguna horilla más de concierto.

Chapó