domingo, 18 de septiembre de 2011

Cuidado personal, cuidado regional

Nadie podrá decir que en esta sociedad no se está abogando por determinados patrones de conducta y hábitos saludables. La ciencia permite avanzar cada día en resolver problemas y los programas de educación para la salud, de prevención procuran hacer el resto. No es fácil y los resultados quizás no sean lo más apropiados en ocasiones, pero la obesidad, la anorexia o el consumo de drogas son temas recurrentes en lo que hablo. En otros campos, se apuesta por campañas de fomento de la lectura, por la práctica deportiva, por una educación afectivo sexual adecuada o por incrementar los grados de tolerancia para con nuestra sociedad multicultural. Niños y jóvenes suelen ser los principales destinatarios, sin descuidar otros sectores de población.

Pues a nuestro estado de las autonomías, salvando las diferencias, le sucede lo mismo. Incluso me atrevería a decir que a los países y territorios de la Unión Europea también. Sobre estos últimos, pese a intentos, cada vez más tímidos, las variables se insertan en el terreno económico casi en exclusividad. Tanto uno como otro, autonomías o UE, son desde esta consideración organismos vivos y jóvenes. En el primero de los casos con un sostén estrictamente cronológico estamos en el horizonte de los treinta años; en el segundo, algo menos. Si vamos a lo pragmático, donde también entra la subjetividad de cada cual, donde cada gobernante arrimará el ascua a su sardina, estaremos de acuerdo en que la edad es inferior y, aunque nos costará más reconocerlo, no es la misma para todos.

Hecho el planteamiento, creo que la comparación sirve para Extremadura. Somos una región joven, sobre la que no pueden establecerse comparaciones con muchas de las autonomías que la rodean ni con muchos territorios de la UE. Somos una región que poco a poco ha ido sacando músculo y que ha querido un modelo de desarrollo, el concebido hasta julio de 2011 exactamente, donde determinadas variables han primado por encima del resto. No podemos pretender, por tanto, considerar nuestro desarrollo con los indicadores de siempre si tenemos otros que nos aportan datos positivos. Fijémonos en los datos de nuestra región en lo que a cuidados paliativos se refiere; en la proporción de bibliotecas por habitante; en el índice de lectura desde 18 a 35 años; en campañas como El ejercicio físico te cuida; en la apuesta por la tecnología y por la sociedad del conocimiento; en el desarrollo de carreteras secundarias; en el porcentaje de zonas naturales; en el reconocimiento de enclaves Patrimonio de la Humanidad (o reserva de la Biosfera, geoparque...)

Todos esos indicadores, alejados de los tradicionales de crecimiento, proporcionan una ostensible mejoría de nuestro territorio y suponen progresivamente un incremento de la calidad de vida. Permiten afrontar con mayor decisión una sociedad moderna. Muestran cómo con menos se ha entendido el mensaje. Ahora bien, en el marco de una situación para nada halagüeña se requieren de factores que corrijan desigualdades. No es justo que mientras que unos estuvimos preparándonos para una sociedad moderna, otros apostaran por policías autonómicas y que su posición de salida siga siendo diferente. No es justo que se quiera considerar a nuestra región como un espacio verde sin que existan ingresos económicos específicos que corrijan la escasa industrialización.

Nosotros hemos contribuido al cuidado regional. Otros también ha querido que contribuyamos, en ocasiones casi sin nuestra aquiescencia. Es el momento en el que debemos exigir que se reconozca nuestra buena salud regional