jueves, 26 de agosto de 2010

Italia: Impresiones de viaje por un pintor

Estos días pasados volví a Italia. Lo hice con Adelardo Covarsí, en su libro Impresiones de viaje por un pintor. La Diputación de Badajoz editó el facsimil de lo escrito a principios del siglo pasado. Es uno de esos libros sin firma aparente pero con el mejor de los trasfondos

Me ha vuelto a llevar a Italia. Tengo reciente mi último viaje, del que no ha pasado un año, y siempre me seguirá atrayendo el desorden de Roma, la perfección de Florencia, la atracción que ejerce Asís, el impacto que supone visitar Pompeya o callejear por Venecia.

Un libro escrito hace justo un siglo permite acercarse a sensaciones que uno experimenta cuando ve lo mismo que vio Covarsí. Encontrarse con la Fontana de Trevi de sopetón, descubrir Pompeya y sus calles, ver el David de Miguel Ángel o pasear por la Catedral y el Baptisterio de Pisa, con la Torre al fondo, destilan emociones similares con un siglo de diferencia.

Aquí cabría plantearse cómo varían los ojos en uno y otro momento a la luz de la evolución de la protección del patrimonio, de los avances y también del posible progreso humano con resultados discutibles.

Apunté sugerencias de sitios y algunos otros apuntes, modelando el cuaderno de viaje de Covarsí y anotando entre mis recuerdos y la permanente llamada que ejerce Italia el seguir conociendo un territorio cuyo patrimonio invita constantemente a volver a sus piedras, a su arte y a sus gentes.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Niemeyeres similares en Niteroi y Asturias

Desde Avilés los medios de comunicación nos vienen ofreciendo estos días imágenes del Centro Niemeyer, única obra en España del arquitecto centenario. Y ver la obra hace que me llame la atención la falta de originalidad de la construcción final, en concreto de la torre, entre otros elementos más supongo.

Porque recuerda, y mucho, al museo de arte moderno de Niteroi, en Brasil

Suele suceder en los arquitectos con firma. Que la firma no es todo y que hay que exigirles algo más. Nos pasó en Cáceres, cuando el primer proyecto del hotel de Atrio recordaba al Auditorio de León. Y nos pudo haber pasado, seguramente, si hubiera prosperado aquel proyecto de Miguel Fisac.

Me da que Avilés tendrá el primer Niemeyer en España, pero no será original totalmente. Solo una firma reconocida

martes, 24 de agosto de 2010

Performance antitaurina

Después de ver lo que días atrás montaban en las puertas del Guggenheim los antitaurinos, creo que lo que pasó en Barcelona no fue otra cosa que una performance. En ambas casos se produjo un sumatorio de incoherencias. No sé, sinceramente, cuál es mayor. Si la de estar constantemente con el lema "ni arte ni cultura, tortura" y terminar manifestándose a las puertas de un museo, o la de recurrir a intereses diferentes para llegar a un fin común tal y como sucedió en el Parlamento de Cataluña.


Quiero hablar de la performance de Bilbao. Donde se recurre a un museo emblema de la arquitectura y que curiosamente tiene un animal como símbolo, Puppy, en su entrada. Si Puppy pudiera ladrar, estoy seguro que lo hubiera hecho, lamentando la enorme incoherencia de quienes, por otra parte, tienen todo el derecho del mundo a expresar su opinión, pero no con aquellas "armas" de las que curiosamente reniegan para el mundo del toro. Con eso, únicamente están reforzando la idea de que el mundo del toro, aparte de lo económico, tiene una fuerza plástica y cultural innegable. Y eso no es tortura ni locura. Puede que termine siendo cultura.

lunes, 9 de agosto de 2010

Los Miserables, de Víctor Hugo


Entre cientos de libros en el e-book, lo escogió el azar. El azar ha hecho que me rinda ante un libro genial y ante un autor, para mí, totalmente desconocido. El azar me ha descubierto una trama que conmueve. Un libro perfectamente entrelazado, donde podría reprocharse algún salto demasiado forzado, pero que pasa de ser un libro de otros a un libro de uno mismo. Un canto a mí mismo, que diría Whitman. Un libro donde el protagonista, salvando las distancias y las circunstancias, el contexto y el saber escribir, puede ser cualquiera, pues todos tenemos en nosotros esa mezcla de bondad y de maldad, de conciencia en positivo y de conciencia en negativo.

Personajes perfectamente definidos. Todos, desde los más presentes hasta los que en teoría tienen un papel secundario. Una trama en la Francia del XIX que podría evolucionar hasta cualquier momento y hasta cualquier lugar. La globalización tiene estas cosas y algunos libros pueden ser buenos ejemplos de ello.

El anonimato frente a la notoriedad, la sociedad que juzga, la humildad, el tener o el ser, el poder del dinero o la credibilidad del valor y de la preocupación. La familia en singular o las familias en plural. Recurriendo a la ironía de los Monty Python, de largas risas como ellos saben hacerlo, crucifixión o libertad

domingo, 8 de agosto de 2010

El e-book

Abrir no es pasar páginas. Es tocar un botón. Pasar páginas y oler, a viejo o a nuevo, a los recuerdos de un libro ya leído. O tocar otro botón. Ver tus anotaciones. O recurrir a la opción de marcadores. Pasear por tus libros, ver los diferentes lomos y las ediciones más o menos cuidadas. O saltar de una carpeta a otra buscando el libro que quieres. Agrupar los libros por temáticas, por autores, buscar combinaciones de libros imposibles. O hacerlo dentro de un dispositivo electrónico con funda de neopreno.

Un e-book, un lector de libros en formato electrónico, ha engrosado mi lista de artilugios de esos que antes se conocían como las nuevas tecnologías y que ahora ya no son precisamente nuevas y que día a día son facilitadoras o sustitutivas de hábitos anteriores.

Posiblemente si alguien coge el primer párrafo de este post y lo utiliza de forma separada del resto, sirva como defensa del libro tradicional frente al electrónico. Sin embargo, sin ser un defensor a ultranza del segundo, ni nunca llegaré a ello, sí que la lectura del primer libro, Los Miserables, de Víctor Hugo, me ha dejado buen sabor de boca.

Creo, por ejemplo, que leerse un libro en formato electrónico puede ser la antesala para comprarte ese mismo libro en papel si ha merecido la pena. Es cierto que no está el olor al papel, el pasar las páginas, el buscar un marcapáginas y terminar poniendo el primer papel que te encuentres... pero sigue estando la esencia del libro, el irte al mundo que ha querido el autor, el imaginar, el terminar siendo más felices, el desconectar...

Aunque para no perder las buenas costumbres, ahora toca un libro de los de siempre