martes, 24 de agosto de 2010

Performance antitaurina

Después de ver lo que días atrás montaban en las puertas del Guggenheim los antitaurinos, creo que lo que pasó en Barcelona no fue otra cosa que una performance. En ambas casos se produjo un sumatorio de incoherencias. No sé, sinceramente, cuál es mayor. Si la de estar constantemente con el lema "ni arte ni cultura, tortura" y terminar manifestándose a las puertas de un museo, o la de recurrir a intereses diferentes para llegar a un fin común tal y como sucedió en el Parlamento de Cataluña.


Quiero hablar de la performance de Bilbao. Donde se recurre a un museo emblema de la arquitectura y que curiosamente tiene un animal como símbolo, Puppy, en su entrada. Si Puppy pudiera ladrar, estoy seguro que lo hubiera hecho, lamentando la enorme incoherencia de quienes, por otra parte, tienen todo el derecho del mundo a expresar su opinión, pero no con aquellas "armas" de las que curiosamente reniegan para el mundo del toro. Con eso, únicamente están reforzando la idea de que el mundo del toro, aparte de lo económico, tiene una fuerza plástica y cultural innegable. Y eso no es tortura ni locura. Puede que termine siendo cultura.

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