lunes, 9 de abril de 2012

Recortes. El sur de la política

No voy a lanzar exabruptos contra el enloquecimiento que parece haberse instalado en nuestro Gobierno de España. Demasiado tienen con lo suyo. No voy a criticarles porque seguramente cualquier término que use ya haya sido utilizado. No voy a hablar de Andalucía, por aquello del título de este post. Juego al despiste, como hicieron quienes hoy queman programas electorales como hicieron los vecinos de don Quijote ante el afán del que se hizo caballero para desfacer entuertos. Chocan con molinos de viento y no se dan cuenta. El escudero de Guindos, tan pusilánime en su aldea, se envalentona cuando acude a una Comisión Europea, su particular ínsula Barataria. Este Consejo de Ministros van a hacer bueno a aquellos Académicos de Argamasilla. Pero no, no quería comparar a Rajoy con don Quijote, ni a Merkel o a los mercados con Cervantes. Los primeros no están a la altura del segundo; si acaso, sí del impostor del Quijote de Avellaneda.

Vuelvo a mi argumento del sur de la política, sí. Sirve como recordatorio esto, por supuesto, para que no se nos olvide que en los recortes anunciados la semana pasada había un setenta por ciento de disminución del presupuesto de la Agencia Española de Cooperación al Desarrollo. Pero no, tampoco quiero hablar de la AECID.

Quiero ir al sur de la política. Porque quienes hacen los ajustes, los recortes, quienes los imponen son quienes están en el norte, quienes potestativamente se creen en condiciones de regular déficit de unos y de otros, de un sinfín de administraciones. El problema es que va a llegar un momento en el que el sur de la política, esa que no toma decisiones, pero esa que gobierna a todas horas, se rebele.

Me refiero a presidentes de comunidades autónomas cuyos ingresos dependen inexorablemente de la aportación estatal; me refiero a ayuntamientos, a alcaldes y alcaldesas que no pueden estar toda una legislatura cruzados de brazos sin nada que administrar, sin calles que parchear, farolas que cambiar o sin poder encender la calefacción del colegio; me refiero a quienes, y hay muchos, se dedican al ejercicio de la política sin un sueldo a fin de mes, a quienes nadie le dijo que esto iba a ser fácil, de acuerdo, pero que ven cómo se quedan aislados, sin dedos de las manos suficientes para tapar sus vergüenzas.

Pues bien, llegará un momento en el que el sur de la política se rebele, porque cuando uno toca poder y no mira hacia abajo, no se da cuenta de lo que piensan otros que lo único que les mueve es su vocación de servicio, su afán por hacer que su pueblo o su ciudad sea mejor. Y muchas de esas personas que integran ese sur son militantes del Partido Popular, que ganó las elecciones municipales y autonómicas claramente en mayo del año pasado.

Y quizás lo que suceda, y me aventuro a pronosticar que no dentro de mucho, medio año a lo sumo, con alguna alerta en verano, será que empiecen a manifestar públicamente su imposibilidad de seguir gobernando en unas condiciones deplorables. Esperemos que el revuelo y la reprimenda que se generen, y las amenazas de abandono en bloque, sirvan de algo. Esperemos, por otra parte, que Hollande también haga buenos los pronósticos y que la democracia francesa vuelva a situar a Europa en aquel sitio donde Europa quiso estar pero los mercados la han intentado quitar.