domingo, 8 de agosto de 2010

El e-book

Abrir no es pasar páginas. Es tocar un botón. Pasar páginas y oler, a viejo o a nuevo, a los recuerdos de un libro ya leído. O tocar otro botón. Ver tus anotaciones. O recurrir a la opción de marcadores. Pasear por tus libros, ver los diferentes lomos y las ediciones más o menos cuidadas. O saltar de una carpeta a otra buscando el libro que quieres. Agrupar los libros por temáticas, por autores, buscar combinaciones de libros imposibles. O hacerlo dentro de un dispositivo electrónico con funda de neopreno.

Un e-book, un lector de libros en formato electrónico, ha engrosado mi lista de artilugios de esos que antes se conocían como las nuevas tecnologías y que ahora ya no son precisamente nuevas y que día a día son facilitadoras o sustitutivas de hábitos anteriores.

Posiblemente si alguien coge el primer párrafo de este post y lo utiliza de forma separada del resto, sirva como defensa del libro tradicional frente al electrónico. Sin embargo, sin ser un defensor a ultranza del segundo, ni nunca llegaré a ello, sí que la lectura del primer libro, Los Miserables, de Víctor Hugo, me ha dejado buen sabor de boca.

Creo, por ejemplo, que leerse un libro en formato electrónico puede ser la antesala para comprarte ese mismo libro en papel si ha merecido la pena. Es cierto que no está el olor al papel, el pasar las páginas, el buscar un marcapáginas y terminar poniendo el primer papel que te encuentres... pero sigue estando la esencia del libro, el irte al mundo que ha querido el autor, el imaginar, el terminar siendo más felices, el desconectar...

Aunque para no perder las buenas costumbres, ahora toca un libro de los de siempre

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