Ciudad de Dios: libro, película y miseria
Todo lo que se escriba sobre la infancia será poco. Para divulgar sus carencias o para potenciar sus necesidades. Es un libro que podría haber saltado de nuevo a la actualidad hace días. Desde los últimos disturbios acaecidos en Brasil y que presuroso Lula se ha encargado de rebajar su importancia. Sean favelas o sean maras, sean suburbios o sea una familia bien donde no todo va bien, la infancia no cuenta con los suficientes espacios de denuncia y su desprotección es evidente.
En el libro de Ciudad de Dios se superpone la degradación a unos límites innombrables. La droga o la delincuencia campan por sus anchas y tantos personajes, yendo al libro, hace complicado a veces seguir la trama. En la película, con más ritmo que el libro y pese a la dureza, algo más suave, sucede algo similar. La vi después del libro, para refrescarme, si es que es válida la palabra. Quizás ese efecto sea porque el autor tiene un estudio antropológico como una de sus principales fuentes de información.
Paulo Lins, el autor, hace que se pongan los pelos como escarpias pensando en las atrocidades, en la destrucción de centenares, de miles de niños, en la impunidad de la droga contra la que nadie puede hacer nada.
Páginas llenas de pena, de sufrimientos, de dureza extrema. De niños que nunca fueron niños, ni siquiera personas, añado. Páginas llenas de droga, de la que mata y enriquece, de la que los intermediarios son carne de cárcel. Páginas que aunque no se deberían escribir nunca se necesitan leer para que siga la conciencia bullendo y para pensar que sean favelas o sean maras, sean suburbios o sean familias bien donde no todo va tan bien, la desprotección y la degradación de la infancia sigue existiendo hoy día.
1 comentario:
Yo vi la pelicula y es buenísima.Indudablemente el libro será mucho mejor. Te la recomiendo
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