martes, 6 de abril de 2010

Joven y bien orgulloso de serlo: carta al director de El Mundo


Jamás pensé que iba a escribirle una carta al director de El Mundo. No albergo muchas esperanzas de que la publiquen, la verdad, pero he sentido indignación y repugnancia cuando he leído, en la página 33 de hoy, en la sección de Economía, el artículo de Salvador Sostres, un personaje, con antecedentes polémicos y que entre otros artículos suyos data uno de 2005 titulado "Hablar español es de pobres"

El artículo en cuestión, del que no puede encontrarse en Internet más que un extracto, se titula "Los peores jóvenes desde el franquismo", y es una demoledora crítica a la juventud actual.

Reproduzco unas pocas palabras, el final del artículo: "Esta vagancia impresentable, este vivir de la caridad, estas manifestaciones que no impresionan a nadie pero dan una impresión muy pobre de ellos mismos. Son, sin duda, la peor generación desde el franquismo. Espero que se den cuenta de los burros que han llegado a ser antes de educar a sus hijos"

Me da pena que se dé cabida este tipo de artículos. Y más en medios donde precisamente los jóvenes no somos lectores habituales y donde, por tanto, menor capacidad de defensa tenemos. Reproduzco a continuación la carta que he enviado

Joven y bien orgulloso de serlo

Salvador Sostres es un personaje difícilmente calificable. Algunos dicen que los árbitros suelen ser deportistas frustrados. No comparto esa generalización. Pero el último artículo sobre la juventud corona a Salvador Sostres como un joven frustrado. Porque alguien que titula un artículo como “los peores jóvenes desde el franquismo” y que insulta a la juventud actual como lo hace no puede ser otra cosa. Quizás tenga en su cabecero aquella frase de George Bernard Shaw de que la juventud es una enfermedad que solo se cura con los años. A él se le ha curado hace poco, por cierto, porque apenas cuenta con treinta y cinco.

Por cierto, habría que preguntarle a los que fueron jóvenes en el franquismo por qué pagaron el pato de acceder a un sistema educativo diseñado para un país sumido en una dictadura; por qué muchos se vieron obligados a dejar los estudios porque no había más que perras gordas para la comida o por qué no pocos tuvieron que coger la maleta y emigrar.

Hoy, las ayudas a los jóvenes, en un estado democrático del bienestar, no se sustentan en la caridad ni en el paternalismo. Invertir en la juventud es invertir en el futuro. Por tanto, es garantizar una mejor sociedad para el mañana. Aprenda de todos esos jóvenes comprometidos, señor Sostres, que son la mayoría, para ver si cambia su percepción. No nos insulte, por favor.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Buscaba el artículo en la red y solamente he encontrado un enlace a este blog, que nunca había visitado. Aprovecho para dejar un comentario porque estoy más de acuerdo con el artículo que tanto le ha ofendido que con su reacción. Creo que no ha interpretado el artículo de forma correcta. Tengo 44 años, así que he dejado de "ser joven" hace relativamente poco. Accedí al mercado laboral (es un decir) en la década de los 80, en plena primera reconversión industrial felipista en una provincia del norte de España, antaño industrializada y moderna. Cuando parte de la generación de mis padres se quedaba en el paro, la mía buscaba trabajo. Aspirábamos a tener la mayor independencia posible, queríamos vivir "solos" y tener un coche o una moto para movernos libremente. Después de trabajar en empleos casi miserables, conseguí sacar una oposición y obtener plaza de funcionario, así que hoy tengo un trabajo, un sueldo que me permite vivir sin demasiadas alegrías, pero un trabajo "fijo" a fin de cuentas. Lo que Salvador Sostres, con quien no comparto casi nada, quiere decir en su artículo de hoy, es a mi entender, que los jóvenes están hoy más controlados y manipulados que nunca. Precisamente porque siempre han sido el motor del cambio y la generación más combativa en cualquier sociedad, por idealista, rebelde y valiente. Actualmente la mayoría de jóvenes españoles apenas tiene inquietudes, permanecen en casa de sus padres hasta bien pasada la treintena y es claramente victimista. Antes de los 20 años ya estábamos curtidos en manifestaciones y asambleas de estudientes o parados. Ahora solo se ven miles de jóvenes en la calle cuando hay un macrobotellón o se celebra una copa futbolera. Esto no identifica a "todos" los jóvenes, pero sí a una mayoría, y es inquietante. La culpa no es de los jóvenes, sino de nosotros, sus padres y sobremanera de la clase política, de derecha e izquierda, y con mención especial para los sindicatos -auténticos ministerios de la gestion de subvenciones millonarias- que hemos educado a nuestros hijos (tengo uno de 21 y una de 17) en la comodidad, el hedonismo, los derechos sin obligaciones y la ley del mínimo cuando no nulo esfuerzo. ¿Por qué con nuestros impuestos hay que financiar ordenadores, viviendas, subsidios a personas en paro que se niegan a trabajar más de 8 horas y fuera de una oficina, o rechazan empleos que obligan a trasladarse fuera de tu ciudad? Creo que a S. Sostres le han podido fallar las formas, pero en el fondo, esta vez estoy con él.

Saludos

Álvaro (Asturias)

Pandora dijo...

La verdad es que me parece un poco vergonzoso el artículo del señor Segres.
He sentido cierta inquietud al ver como de manera cada vez más notoria se vuelve a una especie de intolerancia rancia, que se desprende de la idea de que lo que uno piensa es irremediablemente CIERTO, no mostrando ningún atisbo de racionalidad en el mensaje, pasando a ser así, el vómito marchito de alguien que o no ha podido o no ha sabido pasar por “ese” momento (juventud) y/o vivir el que le toca.
Me parece osado afirmar con esa vehemencia que para ser “joven” uno debe ser empresario, de clase media alta (por lo de los ingresos) y defensor a ultranza del “anda y que te jodan” de antaño, cuando los pobres o la gente de clase media/ media-baja, se comía las uñas y trabajaba en régimen de cuasi esclavitud.
No estoy de acuerdo tampoco con el comentario anónimo, porque mi padre ha sido sindicalista, en esa época en la que serlo era jugarse el pan y el pescuezo y entonces se tenía muy claro que se luchaba por conseguir DERECHOS para todos, para que el currito que empezaba con 14-16 años a currar (que por cierto es mi caso) pudiera tener alguna oportunidad de salir de casa y tener una vida independiente, teniendo alguna posibilidad de continuar formándose y mejorar su calidad de vida con esfuerzo y trabajo.
A mi modo de ver es precisamente el ideal que defiende Segres el que hace demorarse a la gente y no salir de casa hasta que se tiene 30 años, porque no se puede salir si no se tiene casa, coche, chalet de fin de semana y un estatus que te permite frecuentar locales y aficiones de moda.
Creo que ser mil eurista es ya bastante complicado para que venga un personaje como este a regodearse y a llamar vagos a los que tienen que vivir con este sueldo ¿cómo cree acaso que se sostienen un montón de servicios socio-sanitarios de gestión privada?
Pues sepan que hay gente que se deja la piel por ese dinero, que asume responsabilidades sobre la vida de la gente, a veces de forma literal. Que dolorosamente tiene que asumir un sueldo de mierda simplemente por ser joven o por haber tenido la dolorosa suerte de enamorarse de un tipo de trabajo que no encaja en el ideal de consumo y marketing.
Yo conozco a muchos jóvenes, sanos y enfermos, y aunque personas indeseables las hay de todas las edades, creo que las personas que responden a los estereotipos mencionados en el artículo, en mi experiencia personal, han sido precisamente aquellos especímenes humanos competitivos, orgullosos, banales, soberbios, inseguros, ambiciosos y vacíos que han tratado de escudarse en sus prejuicios por no haber podido superar el trauma de conocerse.

Sebastián dijo...

A mi juicio Salvador se equivoca y la mayoría de sus argumentos expuestos son los que un ``pijo´´-- como se le llama popularmente a aquel individuo adinerado lleno de superficialidad– sería capaz de exponer.

Mi forma de pensar, mi filosofía, va más allá de lo que este señor menciona, no quiero decir que no me gustaría que los jóvenes recuperen ese espíritu juvenil y emprendedor o que tengan una vida acomoda, nada más allá de la realidad. Al contrario, me gustaría que a los jóvenes se les diese más importancia en la sociedad, ya que son el futuro, pero que ellos se ganen esa importancia y respeto. También me gustaría que algunas cosas juveniles de antaño vuelvan a realizarse; como que se proclamasen mas manifestaciones para reivindicar derechos, ya que ahora solo se ven miles de jóvenes en la calle cuando hay un macrobotellón o se celebra algún acontecimiento deportivo, no es como antes, en eso si le doy la razón a Sastres, ahora son más liberales, pero quizás sea porque los formaron con ese criterio de libertad.

No solo estoy en contra de lo que expone, sino que también aborrezco los factores de redacción que este polémico escritor –polémico según su historial bibliográfico- utilizó en este texto. Tales como dirigirse de forma insultante hacia estos jóvenes, utilizando adjetivos para dirigirse a ellos, como bien los son: holgazanes, burros, etc. O colocarles la etiqueta de `` La peor generación desde el franquismo.´´ Bien, esto para mí es una falta de respeto en toda regla, no sé si este ``personaje´´ sabe lo que son las formas de expresión, pero alguien debería decirle que hay mil y una formas de expresarse sin faltar el respeto a nadie, ante todo eso, el respeto. Tratando otro tema, este señor --a mi criterio--, anhela y desea una utopía, su utopía. Quiere y cree que todos los jóvenes deberíamos ser empresarios o personas de clase media alta como mínimo para llegar a ser alguien en la sociedad, ya que ``lo demencial es que tantos jóvenes solo hayan conseguido cobrar estos salarios tan escasos´´, en otras palabras; que tantos jóvenes sean simples mil euristas, cuando ignora que hay gente que se llega a dejar la piel por ese dinero, que asume responsabilidades sobre la vida de la gente, a veces de forma literal. Cuando ignora que sin el labor de algunas de estas personas nuestro día a día sería un caos, mientras que si él no publica uno de sus artículos diarios o semanales en el periódico no pasaría absolutamente nada.

Refiriéndome de lleno al estatuto de La Renta Básica de la Emancipación y la opinión del publicista respecto a esta, tiene razón cuando dice que con esto los jóvenes buscan alargar la sopa, abarcando algunos jóvenes que contando con una mediana edad en la que se empieza de dejar de serlo, quieran ser aún dependientes. Pero según este nuevo estatuto, se les paga 210€ mensualmente únicamente a aquellos jóvenes independientes paternalmente que viven bajo una renta. ¿A caso el autor ignora que aceptar esa ayuda es mejor que quedarse viviendo en casa de los padres teniendo ya esa mediana edad?. Así es, es un pequeño paso hacia el camino de ser adultos, que supuestamente para él es la meta. Pero más vale ese pequeño paso a quedarse estancado.

Anónimo dijo...

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