Granizos como puños, mentiras como granizos
Verdad es que ayer llovió en Cáceres como nadie recuerda. Estaba prevista la lluvia, lo que no estaba en ningún cálculo, ni en los más pesimistas es que granizara como lo hizo. Que haya esta tormenta en esta época del año, cuando el año pasado en el puente de noviembre uno podía meterse en la playa, no tiene otra razón de ser que rendirse a la evidencia de que el cambio climático no es una entelequia. Por más que alguno se empeñe en hacer el primo, o lo aceptamos y ponemos remedio (y básicamente se trata de reconducir hábitos, a mayor o menor escala) o lo excepcional terminará siendo, al menos, esporádico.
Verdad es que a todos los cacereños nos pilló desprevenidos. Consecuencia de lo anterior, y de los granizos tamaño bolindre de los grandes, como esos que hacían del tirón la media, cuarta y pie, fue que el caos se apoderó de la ciudad.
Verdad es que quien tenía que salir a la calle para poner orden lo hizo. Quien tenía que asistir en situaciones excepcionales, lo hizo (aunque quizás se pueda echar en falta un seguimiento a aquellos avisos no atendidos por centrarse en otros más prioritarios) Quien tenía que coger el mando lo hizo y hoy, visita conjunta entre la alcaldesa y el presidente de la junta mediante, se ha puesto de manifiesto. El caos fue producto del caos mismo, y las situaciones excepcionales dan paso un día después a una extraña mezcla de normalidad y de precaución desmedida ante una situación que de momento es complicado que vuelva a repetirse.
Verdad es que es difícil no conocer a un cacereño que no haya sufrido directamente las consecuencias de todo ello. Yo mismo tuve que abrir la puerta de mi casa para que litros y litros de agua salieran buscando un desagüe donde encontrar su curso. Mi biblioteca fue ayer, y espero que por un día, aguateca. Los medios de comunicación mayoritariamente se han hecho eco y la red que todo lo puede es una difusora de excepción de la noticia.
Mentira, con todo lo anterior expuesto meridianamente claro, es que podrían haberse evitado las consecuencias y los desperfectos. No estamos preparados, y no sé si alguna ciudad española lo está, a soportar los granizos que tuvimos que soportar ayer. El 112 es un servicio de emergencias que actúa de forma ejemplar y que es peligroso ponerlo en duda. Son profesionales al servicio ciudadano.
Mentira, y de las gordas, con la que ha intentado enfangar José Antonio Monago al día siguiente dudando de la profesionalidad del 112. Resulta que quiere hacer méritos par que le conozcan, pero lo hace desde el desapego absoluto y desde su poltrona de líder que terminará dándose el batacazo. Cualquier cacereño en su juicio podrá convenir conmigo en que por muchas advertencias previas que pudieran habernos hecho, nadie podía haber predicho lo que ayer vimos.
Mentira, por tanto, que se suma al desinterés del presidente del PP de Extremadura por nuestra ciudad. Insto a cualquiera a que me desmienta y reto a cualquiera a que busque, por ejemplo, en el blog de Monago, cualquier muestra de apoyo a Cáceres 2016. Si hay más de tres referencias claras me retractaré públicamente. El desinterés por Cáceres, de todas formas, no es nuevo. Lo han hecho en numerosos proyectos a lo largo de todos estos años. Pero eso es otro tema.
Demasiado que ayer nos enfangamos con granizos, para que ahora venga alguno de esos que vive mal a querer ejercer de cacereño desde su púlpito. Que coja su guagua y que aprenda, de verdad, a defender los intereses de los extremeños
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