jueves, 5 de noviembre de 2009

Monasterio de Guadalupe con copyright


Llevamos dos días asistiendo a la entrega en capítulos de las venturas y desventuras de la marca Monasterio de Guadalupe. O lo que es lo mismo. Rives contra la Comunidad franciscana que es la actualmente reside en el Monasterio. Y el ganador ha sido...Rives. La marca de bebidas parece ser que se ha lanzado como gato panza arriba para hacer valer sus derechos, mercantilmente adquiridos en una sociedad de mercado como la nuestra, y no ha escatimado recursos y abogados para lograrlo. A cambio seguirá comercializando desde lo privado el licor de marras y otros sucedáneos bajo la el marchamo Guadalupe. El prior aduce que no era intención la de hacer la competencia a Rives y entiendo que hay que creerle. Sobre todo por el ultraje que representa el uso de un Patrimonio de la Humanidad con fines privados. No quiero, pues, que el debate se centre entre la dicotomía que puede representar la consecuencia de que estemos frente a un centro religioso. El debate, aunque puede tener esa lectura, como defiende el guardián del monasterio, no debe desviarse hacia la simplona lectura de una sociedad laica frente a una sociedad religiosa.

Creo que el debate debe tener un trasfondo patrimonial y cultural que no es baladí y que no nos debe dejar quietos. Tanto por este caso como por los que puedan venir. Estamos frente al enclave donde celebramos nuestra festividad el 8 de septiembre, nuestra fiesta regional. Estamos en uno de los tres enclaves Patrimonio de la Humanidad que tiene Extremadura. Un lugar de referencia que debe tener una protección para que su nombre no se desvirtúe, de la misma manera que no deben desvirtuarse los nombres de Mérida o Cáceres, también declarados Patrimonio de la Humanidad.

Algunos podrán poner como comparación la cerveza Yuste. U otros lugares con potencialidades suficientes como para tener esa marca. No hay pocos en Extremadura. Ninguno de esos es Patrimonio de la Humanidad. Y en el caso de Yuste el propietario es Patrimonio Nacional.

Y para terminar, recuerdo aquella polémica suscitada con Coca Cola y con su dominio web. La marca de bebidas, infinitamente más poderosa que Rives, logró su dominio porque se adujo que quien lo registró lo hacía a sabiendas de lo que hacía. Salvando las diferencias, quien registra una bebida con el nombre de Monasterio de Guadalupe, sabe lo que hace.

Que ya bastante tenemos con que no pertenezca en lo religioso a una diócesis extremeña como para que además industrias ajenas a Guadalupe y a Extremadura se lucren a nuestra costa.

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