jueves, 25 de febrero de 2010

Nacho Uriarte o el caso de la doble moral


Aquellos que se rasgan las vestiduras con supuestas corrupciones de menores o promulgando el fanatismo allí donde hubo arte son los mismos que callan cuando son ellos los directamente afectados. Dimite antes una obispo alemana por conducir bebida que un diputado del PP por ese mismo asunto. Es una pena que quien se jacta de ser presidente de la asociación juvenil supuestamente más numerosa no abandone su escaño y solo dimita de cara a la galería de la comisión de seguridad vial de la que era miembro.

Suele acudir con la guadaña y ahora reciben de su propia medicina. En política no todo vale y aunque partamos de la base que estamos frente a un error humano, los errores tienen un precio y ese precio pasa por conjugar el verbo dimitir.

Desde aquí animo a quienes militan en Nuevas Generaciones y que me leen que presionen internamente en su organización para que estas conductas no se repitan. Terminan repercutiendo negativamente en los jóvenes, en todos, piensen como piensen

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