domingo, 5 de agosto de 2012

Un bosque para la UME

La UME fue creada en la primera legislatura de Zapatero, como modelo de un nuevo ejército, moderno y cercano a los problemas de la gente, y fuera de eventuales conflictos bélicos cada día más lejanos e irreales. Es ya un proyecto afianzado y consolidado, tal es así que en medio de una vuelta a lo anterior de lo anterior, en el marco de un cambio radical de casi todo lo que teníamos hasta ahora, la UME es algo que difícilmente se cuestiona. En estos días, en mi provincia, en Cáceres, la UME ha sufrido su primera muerte a causa de una intervención directa en un incendio. Una pista en mal estado ha ocasionado un accidente que ha matado a un cabo de treinta y tres años. 


Desde su incursión en los incendios forestales hay dos elementos que definen la intervención militar de la UME. El primero, el potencial peligro que tiene el fuego al que acuden. El segundo, la convivencia con el personal de incendios, en nuestro caso el INFOEX, que ve cómo a su labor permanente se le incorpora un personal que acompañará y a buen seguro facilitará su labor.

Por diferentes circunstancias me ha tocado vivir directamente varios incendios forestales, fundamentalmente en Hurdes y en Sierra de Gata. He visto lágrimas de alcaldes impotentes por sus pueblos, de vecinos, de hortelanos que perdían su medio de vida. He visto, incluso, la cara de asombro de un director de cine como Montxo Armendáriz a quien en 2003 le pilló rodando un documental sobre nuestra actividad cultural. Caras de angustia y de personas extasiados, como la del personal de la BRIF de Pata del Caballo de Huelva, en 1998. También ha habido tiempo para la irracionalidad: la de vecinos que presionaron hasta la saciedad para mantener fiestas locales pese al pavoroso incendio; la del niño que jaleaba junto con su familia el paso de helicópteros jugándose el tipo; la de algún político que anteponía la foto al contacto con los afectados...

Han sido incendios de pérdidas. De pérdida del pasado, del futuro y del presente. Pero esta vez ha habido una pérdida humana. Quizás las hubo antes, pero ahora es ahora y la hemos sufrido de alguien que vino a ayudarnos porque le tocó hacerlo. Por eso, igual que en 2003 perdimos en Caminomorisco nuestro "bosque de las autonomías", creo que en la siguiente reforestación que corresponda, entre Gata y Villasbuenas, deberíamos crear el Bosque de la UME, donde escolares y turistas, vecinos y colectivos repoblen aquello, para que nos acordemos de que la solidaridad y la entrega por un trabajo tuvo un día el coste de una vida de una persona. 

Frente a esos irracionales que siguen quemando bosques, hay quien sigue ejerciendo, incluso quemado, fielmente su trabajo.

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