Obispo para la ciudadanía

Me produce una decepción sentida, y me la ha producido siempre, que quienes no tienen la responsabilidad de tomar decisiones políticas sean frívolos a la hora de enjuiciar esas decisiones aprovechándose de sus puestos, en este caso púlpitos, de influencia social. Si algunos, como personas que son, quieren opinar, deberían hacerlo sin micrófonos y sin pensar que sus declaraciones condicionan la opinión de otros que no tienen una formación clara por ejemplo con el tema de la educación para la ciudadanía.

Viene todo esto porque hace unos días me refería al nuevo obispo de la diócesis de Coria Cáceres y, tras el precedente del anterior y el curriculum sobre el papel me atrevía a darle un voto de confianza social que incluso en los cristianos podría ser una continuidad necesaria en una provincia eclesiástica como la nuestra. Sin embargo, apenas dos días después, no sé si debo retractarme o retratarme.

Ha sido este obispo el que desde esa tranquilidad que da el poder criticar sin exponerse o sin desgastarse ante sus feligreses ejerce una crítica no bien entendida a una asignatura necesaria como el comer, que merece entradas y blogs monográficos y desde el punto de vista educativo requiere acciones no solo desde lo formal sino también educación en valores desde la educación no formal.

Por favor, respetemos los ámbitos de actuación de cada cual. Al igual que a algunos les eligen para gobernar y decidir a otros les encomiendan guiar a los fieles por el Evangelio, y aquellas escrituras y los exegetas, que yo sepa, no se refieren a la educación para la ciudadanía.

Yo, por tanto, me retrato con mi opinión, pero no quiero tener que retractarme con lo que debe ser un obispo en mi provincia eclesiástica, creencias personales aparte.