La mano de Fátima
Cuando uno coge un libro puede esperar a priori determinadas cosas. Pero también puede no esperar nada más que la propia lectura. Es un libro que jamás me hubiera comprado. Tenía a su autor en un concepto equivocado. Su primera novela, que no me leí, me recordaban demasiado a un éxito mundial y me pareció en su momento un tanto oportuna su incursión. Presiento que me equivoqué. Ildefonso Falcones traza en La Mano de Fátima una historia donde suceden muchas cosas. Páginas hay para ello. Y quizás sea ese su único defecto. La permanente sucesión de hechos y la difícil decisión de quien lee sobre qué acontecimientos son más importantes.
Es un libro sobre hace cuatro siglos y que en cierta medida está vigente, y no poco, en la actualidad. Un libro sobre el conflicto de las religiones que es además un compendio de valores. Un libro donde frente a los fanatismos religioso quiere anteponer el civismo, y sobre todo las personas más allá de creencias que desembocan en la guerra, en la ruptura, en el odio y en el rencor. Es, también, un libro de esos que hacen falta en las ciudades. Un libro que hace ciudad, en este caso y principalmente Córdoba, aunque traza de manera eficaz Granada y también las Alpujarras.
Un libro para estar predispuesto al entendimiento y al diálogo y también donde hay un fuerte alegato por la infancia. Me quedo con un personaje, el de Miguel, que pese a no acompañar durante toda la novela, tiene una fuerza sin la que se entendería la historia que se nos cuenta.
Una buena lectura de verano. Recomendable
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