Profesionalización juvenil y Voluntariado
Hace breves fechas se han iniciado unos cursos de formación en los Espacios para la Creación Joven. La pretensión, perfecta, está doblemente relacionada con la capacitación y con el empleo. Con lo primero porque debe apuntalarse lo que muchos de los participantes en los cursos, y en general todos, han venido aprendiendo en los Espacios para la Creación Joven. Con lo segundo porque día a día se entiende que esta es la legislatura del empleo y desde todos los espacios de la administración deben surgir iniciativas cuyo objetivo termine siendo el que determinados sectores de la población, en este caso los jóvenes, logren un espacio en el mercado laboral.
Considero, por tanto, que esta iniciativa se enmarca en todos esos objetivos y en las prioridades tanto del gobierno regional como del IV Plan de Juventud. Sin embargo, creo que debemos dar un paso más a la hora de reforzar el papel de los jóvenes como personas activas en nuestra sociedad y buscar en todo ellos la profesionalización, o reconocer desde las propias competencias autonómicas una profesionalidad y/o responsabilidad ya existentes.
Me he acordado que hace meses el entonces Ministerio de Educación, Política Social y Deporte, anunció una medida para las amas de casa, referente a la homologación de su trabajo hacia una titulación de Formación Profesional, que puede tener su relación con lo a continuación me referiré.
Desde que en 1983 nos dotáramos de un Estatuto de Autonomía y que asumiéramos las competencias en juventud, miles de jóvenes, desde sus colectivos juveniles, han sustentado con su esfuerzo, su tiempo y su compromiso buena parte de las políticas de juventud desarrolladas en nuestra región. El movimiento asociativo juvenil sigue, cerca de treinta años después, con esa labor silenciosa, a veces silenciada, de formación, de compromiso y de educación y transmisión de valores.
Estos días, donde tanto parece apostarse por la profesionalización juvenil, coinciden con los días de mayor presencia de ese tipo de jóvenes en actividades de tiempo libre. Cientos de ellos son monitores que desarrollan su trabajo de manera altruista en colectivos sin ánimo de lucro (se me ocurren varios). Docenas de ellos lo hacen, además, con grandes responsabilidades sin más cobertura que la del preceptivo seguro de responsabilidad civil. Muchos continúan durante el año, dinamizando grupos y tejiendo una red ciudadana, aprendiendo inconscientemente de recursos humanos.
Hoy, que tanto se quiere apostar por la profesionalización de los jóvenes, no hay que dejar en la estacada ni a los propios jóvenes ni a las asociaciones por las que dan la cara. No están profesionalizados, ni ellos ni las asociaciones, pero son igual de profesionales y de responsables que cualquiera. Hoy, que tanto se apuesta pos la profesionalización de los jóvenes, debería existir un guiño desde nuestra administración y seguir cuidando y mimando ese espacio, el del voluntariado y el del compromiso social reales.
Debería protegerse el voluntariado como especie en extinción y favorecer, aprovechando la necesidad del empleo, la reestructuración del movimiento asociativo juvenil extremeño, por un lado, y regular sin cortapisas todo lo relativo al ocio juvenil con expectativas de lucro, por otro. La convivencia sería mucho más sencilla y las administraciones y los destinatarios y usuarios tendrían un marco de referencia mucho más racional.
Entiendo que de todo esto debería abrirse una reflexión que podría terminar, por qué no, en el reconocimiento expreso y formal del voluntariado juvenil, de la labor que desempeñan y en la obtención de algún título o, cuanto menos, en la descarga de formación y de costes económicos, en el terreno del ocio y tiempo libre. Porque podremos profesionalizar a cientos de jóvenes, pero lo que las administraciones no lograrán auspiciando la profesionalización son los resultados cualitativos de valores, respeto, convivencia, compromiso y sacrificio que se obtiene de la participación libre, voluntaria y gratuita de tantos jóvenes como hoy mismo pueden existir en el movimiento asociativo juvenil.
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