martes, 13 de marzo de 2007

Lunas de Agosto


Terminé de leerlo el 11 de marzo. No sé si es casual, pero tengo que decirlo. No es mi intención buscar relaciones, pero no puedo dejar de escribir ni ocultar que hace unos días fue el tercer aniversario del once eme y que ahora que de fondo subyacen esas dudas para seguir dividiendo nuestra opinión finalicé un libro que gira en torno al gran y funesto episodio fraticida de nuestro país como fue la Guerra Civil.

¿Sabes?, uno puede oír los relatos más espeluznantes sin apenas inmutarse. A uno le cuentan, con toda clase de detalles, que en tal o cual sitio han asesinado a sangre fría a todo un pueblo, como pasó en Vietnam en los sesenta, y tras decir que el mundo está loco, se queda como quien oye llover. Sin embargo, dile a alguien que un familiar, un amigo, un vecino o simplemente alguien conocido estaba en ese lugar cuando la masacre y lo verás estremecerse

No sé dónde he leido recientemente que la guerra termina uniendo a un pueblo para afrontar un proyecto común de futuro. No sé si es acertado o no como reflexión de consecuencia. Lo que tengo seguro es que habrá que buscar en este mundo civilizado otras estrategias para unirnos que no las confrontaciones.

En fin, como le dije a su autor, me he visto dentro de un libro paseando por Badajoz, por ese Badajoz que conocí en esos años de carrera que, aunque estudiando en Cáceres, compatibilicé también en el Consejo de la Juventud. O ese Badajoz que he conocido después y que para nada me es ajeno. Siempre he dicho que si tuviera que elegir una ciudad que no fuera la mía para vivir me quedaría con Badajoz, siempre dentro de Extremadura, y con un número de habitantes y un tamaño abarcable.

También creo que ha influido conocer al autor, a Justo, y leer el libro como si estuviera escuchando esas aseveraciones de viva voz de una persona docta, culta, solvente y eficaz, tal y como ahora mismo desempeña la labor de director de la Biblioteca de Extremadura, paseando por encima de aquellos pasadizos que se relatan en la novela. Además aumenta todo esto la figura del coronel José Cantero, familia de un amigo, y que se me presentó también de carne y hueso, como casi todos los que aparecen y que terminan siendo tan mal tratados o tan vencidos.

La memoria, que es la vida, seguía ahí, emparedada, es verdad, amordazada por la represión, silenciada por el medio a que la tragedia pudiera repetirse pero viva al fin y al cabo

Es un libro duro de leer pero sencillo de comprender, en el que la piel de gallina y las ganas por seguir contribuyendo a mejorar esta sociedad democrática en la que afortunadamente vivo se alternan a partes iguales.

En agosto no hubo aquel agosto de 1936 luna llena, pero sí hubo personas que me han enseñado a vivir y a sobrevivir en este libro, a comprender mucho de la memoria histórica, a ver auténticas genialidades personales. Gracias, Justo, por abrir el libro, tan personal, a todos los que te hemos leído y a todos los que sin conocerte te leerán. Si para alguien que como yo no es badajocense le ha supuesto un respiro leerlo y terminarlo, seguro que mucho más para cualquier pacense. Enhorabuena sincera y os invito a leerlo. Merece, sinceramente, mucho la pena.

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