jueves, 26 de marzo de 2009

Reinventar y repensar el modelo educativo... con ayuda de todos

Parece que ningún educador de antaño o nadie que quiera preservar una supuestamente educación tradicional esencial ha puesto el grito en el cielo con los cambios de modelo en la educación no formal o en la educación informal. Posiblemente porque ningún educador de antaño se siente atacado, en su profesión o en su celo académico ni por la educación no formal ni por la informal. Ambos tipos de educación, día a día, van adquiriendo importancia y van variando sus fuentes y orígenes, sin traumas a medida que lo va haciendo la sociedad.

Así, en el caso de la educación no formal, nadie pone el grito en el cielo, sino que lo ve normal, que las organizaciones sociales, juveniles o deportivas, usen cada día más las herramientas que a través de internet posibilitan más información, más contacto o más cercanía. En ese mismo tipo de educación no formal nadie se asusta con la sobrecarga o el sobreesfuerzo infantil y juvenil en actividades extraescolares. Nadie se rasga las vestiduras, tampoco, y quiere parar el mundo, a lo Groucho Marx, cuando se percibe que las tradicionales organizaciones van evolucionando hacia otras formas de participación menos constantes en el tiempo pero más intensas mientras que duran.

Por otro lado, en la educación informal, no existen movimientos que aboguen por estudiar o por fiscalizar los contenidos audiovisuales. Así, series dirigidas al público joven y con efectos sin duda perniciosos conviven en la franja horaria con entrevistas impunes a delincuentes confesos o con testimonios y/o tratamiento de la información de dudoso rigor periodístico. No hay tampoco, más que los lógicos, un control excesivo sobre la navegación y el recorrido que niños y adolescentes tienen en su espacio tecnológico. Y para quien piense que la raíz del problema está en este nuevo mundo digital, añadiré que tampoco hay un clamor social generalizado de padres y madres solicitando ayuda por las esquinas para educar a sus hijos.

No existe, por tanto, una preocupación excesiva en estos espacios educativos. El fondo de esto es que se van repensando y reformulando, de manera lógica, cuanto que son proyecciones lógicas del devenir social.

Sin embargo, en la educación formal, aquella del aula, de la pizarra y la tiza que algunos no abandonarán nunca, aunque desaparezcan, nos rasgamos las vestiduras ante cada cambio, ante cada norma, ante cada necesidad acuciante, ante cada oportunidad que se ofrece. No me refiero, ni mucho menos, a los debates entre partidos políticos. Tampoco quiero retrotraerme, aunque es un ejemplo clave para enteder lo que quiero decir, al ordenador en las aulas. La educación formal está quedándose, poco a poco, en la estacada no por los esfuerzos de las administraciones sino en ocasiones por la endogamia que en ocasiones se manifiesta. Mientras que algunos, no pocos, creen que lo tradicional debe subsistir frente a supuestos arrebatos innovadores, la realidad es que lo tradicional se antepone a lo necesario, a la oportunidad. Se tiende a confundir, por tanto, y nos estamos quedando atrás con esto, al fin con el medio. El fin de la educación nadie lo discute, pero los medios deben ser intercambiables según las oportunidades y las bondades de la sociedad de turno.

Estamos en un momento esencial para garantizar un nuevo modelo educativo. Un modelo que debe tener los contenidos que se considere y las asignaturas que se estimen. Pero debe ser un modelo planteado pensando en el alumno, de la misma forma que en las disposiciones legales de menores lo que prima es el interés general de este por encima de todo. El modelo, por tanto, debe parecerse a la sociedad y no crear desafección entre los clientes. Esa es la brecha fundamental que a mi juicio existe.

Estimo, por tanto, como clave, que todos cedamos. Todos empezando por la comunidad educativa. Porque no quiero ni pensar las reacciones que existirían en nuestro sistema educativo si se llegara a plantear, que se terminará haciendo, propuestas como la que se empezará a debatir en breve en Gran Bretaña.

Encendamos las pizarras digitales, perdamos el miedo a los ordenadores, generalicemos las aplicaciones interactivas, favorezcamos el uso didáctico de herramientas lúdicas, fomentemos el trabajo en grupo, cambiemos los roles tradicionales en las clases, demos responsabilidades en secundaria. Todo ello no como capricho educativo sino como proyección de la propia sociedad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

HOY ES EL GRAN DÍA...

Limpiense los oidos, preparen las rodillas y avisen al vecino

http://www.myspace.com/carnicasound



Esta noite en la Sala La Bola presentando su nuevo disco