Descargamaría 1986-2006
He sido durante tres lustros en verano de los inamovibles a un campamento fijo, Descargamaría. Ciertamente mucho de lo aprendido allí durante todos estos años es extrapolable a muchos espacios vitales. Desde que inicié mi andadura campamental vinculado al San Antonio hasta hoy han pasado 20 años. No voy a buscar paralelismo con lo sucedido en el mundo: sería bastante y excesivo y ni siquiera viene al caso.
Únicamente reflexionaré sobre el enorme potencial que las actividades de verano tienen sobre quienes participamos de ellas. Año tras año terminamos enganchados, queriendo volver al año siguiente y sin darnos cuenta recibiendo formación en valores casi por vía intravenosa. En mi caso Descargamaría supuso la iniciación a un proyecto de vida que aún hoy por hoy sigue. No es este artículo tampoco una memoria de lo hecho y un punto y final. Si acaso un punto y seguido a un cristus versus arizona de campamentos (es decir, con muchos años ininterrumpidos, con el paralelismo de esa novela en la que Cela no usa ni un uso signo de puntuación)
En todos estos años, gente, personas, niños, jóvenes, amigos, amigas... una metodología de aire libre basada en la libertad y en valores. Palabras que dicen mucho hoy día y que deberían ser llevadas a la máxima expresión: libertad, respeto, autenticidad, humildad...
Ahora a muchos nos queda lo más complicado: vivir un campamento que dura todo el año y donde lo importante no es dormir viendo las estrellas, sino enseñando lo aprendido y reciclándote y formándote en ese aprendizaje para toda la vida que es la educación permanente.
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