Los 16 millones de euros
Cáceres vive revolucionada. Unos haciendo proyectos porque responsablemente tienen que hacerlo. Otros proponiendo contraproyectos porque irresponsablemente se ven abocados a hacerlo. Opiniones para el fondo dispuesto por el gobierno para los ayuntamientos podrán existir muchas, pero las negativas no suelen ir acompañadas de propuestas alternativas a la realizada, aunque paradójicamente muchos podamos pensar que a partir de aquí habrá que resolver el problema de la financiación de los ayuntamientos.
Cáceres sigue revolucionada, pese a todo ello. Porque unos, otros, los de aquí y los de allá, ven que hay un enorme potencial para hacer política. Máxime cuando un ayuntamiento como el nuestro está endeudado más que el resto porque, entre otras cosas, los que ahora irresponsablemente presentan proyectos, no solo gestionaron mal el capital que teníamos sino que a cuenta de las expropiaciones forzosas, entre otros apuntes contables, nos van a terminar de dar la puntilla (¿acaso no podría establecerse una responsabilidad civil subsidiaria para los responsables políticos que terminan siendo nefastos gestores?)
Cáceres tiene la oportunidad de asumir determinados proyectos en prácticamente todas las barriadas y con todo tipo de actuaciones. Proyectos que por otra parte deben contar, una vez que se empiecen a desarrollar, con la constancia del gestor, la paciencia del vecino y la satisfacción del usuario final por la obra materializada. Pero hasta entonces queda una cuesta de enero particular, una más, porque este ayuntamiento, lamentablemente, está en cuesta de enero permanente.
Los equilibrios municipales evidenciarán ante todo irresponsabilidades varias. A saber: la de las urgencias de los plazos; la de la arrogancia de la oposición, sabedora de tener más concejales que el partido que gobierna; la de los concejales que pese a estar amparados en unas siglas están con todos menos con sus siglas y con sus partidos y con los pactos de gobierno, que están para cumplirlos, que han firmado.
Pero no deja de ser un momento coyuntural dentro de una legislatura complicada. Y todos deben ser responsables, y muy especialmente ahora, los partidos de la oposición y, con mimo, los socios de gobierno: tanto el socio activo como el pasivo, a quien cada día le pega más aquello de estar de oyente en el gobierno que decía el otro.
Torpedear proyectos a cambio de primar otros puede abocar a un cambalache complicado. Hagamos política con otras muchas cuestiones, pero dejemos que esto, que debe servir para la creación de empleo y para la generación de proyectos que conlleven una ejecución en corto plazo, corra su curso.
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