Pelé a los seis años
Esta mañana leía algunas de las pretensiones que Platini, presidente de la UEFA, tenía para con su organización y para con las diferentes organizaciones que integran los devenires del fútbol europeo. Una de ellas no sé si logrará primero pasar el filtro y sobre todo no sé qué pretende. Me refiero a una medida que recordaba a la NBA por el tope salarial que quería imponer a los clubes. No sé si lo logrará.
La otra, que es la que más me importa, si es que realmente me importa mucho alguna, tenía que ver con los contratos, fichajes y mercadeos varios a menores de edad. Sobre todo porque hoy nos desayunamos, comemos y cenamos con un vídeo de un fenómeno del fútbol pero que cuenta solo con seis años. Un niño argelino que, según los reportajes, se lo rifan ya las grandes potencias del fútbol. Seguro que ninguno de los que se lo sortean, a golpe de chequera, no ha pensado en su beneficio, sino en los beneficios económicos que reportará a lo largo de los años. Una locura de deporte, un modelo de negocio por el que parece que la crisis económica no pasa pero que con hechos como este muestran que existe una crisis más profunda y preocupante en el fútbol: la de los valores, la de la deportividad.
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