viernes, 28 de agosto de 2009

Cooperación transfronteriza de vía estrecha



Se nos viene advirtiendo desde hace meses de la voluntad de la derecha portuguesa, en plena campaña electoral, de optar por priorizar de otra forma la política ferroviaria. Hasta ahí nada que objetar. Cada cual en su territorio, y los portugueses en el suyo, que valoren anuncios, propuestas y que ejerciendo su voto terminen eligiendo a sus gobernantes. El problema es que decir y pensar en política ferroviaria portuguesa implica trazar una línea desde Lisboa a Madrid y con paso por Extremadura. Eso es lo que determinó la cumbre hispano portuguesa de 2003 de Figueira da Foz y ese acuerdo transfronterizo y de cooperación entre dos estados modernos, civilizados, europeos y que se necesitan es un acuerdo que está para cumplirse. No caben dudas, ni reproches ni anuncios en otro sentido.

Extremadura se ha comportado exquisitamente con Portugal. Extremadura sabe de la importancia estratégica que tiene poner la vista en Portugal. Por ese motivo la política que se viene llevando a cabo es de mano tendida, acciones conjuntas y búsqueda de la cooperación entre regiones más allá de la propia cooperación entre los dos gobiernos centrales. Incluso más allá de las propias decisiones establecidas en cumbres como la de Figueira da Foz, nuestra región ha establecido vínculos con zonas portuguesas en ámbitos tan importantes y sensibles como la sanidad. Recientemente se anunció, por ejemplo, la implementación progresiva del portugués como segundo idioma en nuestros centros escolares. Hechos diferenciales. Necesidades de cooperación. Política de sentido común, en definitiva.

La derecha portuguesa, no obstante, parece que quiere lanzar un misil de confrontación en una línea de acciones conjuntas que había sido exquisitamente puesta a salvo. No es momento, de todas formas, o a lo mejor sí, de querer pagar con la misma moneda, recortando esos servicios o algunos otros, pero sí de recordar que ha habido grandes proyectos portugueses, como Alqueva, por ejemplo, que afectaron a Extremadura y sobre los que nuestra región tuvo un comportamiento, una lealtad y una paciencia a prueba de fuego.

Surge ahora el problema del AVE, con una derecha portuguesa empecinada en reformularlo. Más tiempo perdido, puede ser el resultado, para nosotros pero un aislamiento y un atraso manifiesto para Portugal puede ser otra consecuencia.

En este asunto no caben medias tintas por parte de la derecha española o de la derecha extremeña. El Partido Popular debe mostrar un apoyo sin fisuras al gobierno de Extremadura y debe elevar una protesta al partido portugués que rompe acuerdos de cooperación bilateral suscritos solemnemente (a la fotografía de Aznar y Álvarez Cascos en la firma me remito). ¿Qué credibilidad en política exterior, en las instituciones europeas tendrá un partido político que rompe acuerdos con esa frivolidad y con ese desconocimiento?

Nos quedará, por el momento, hacer campaña para que la izquierda resulte vencedora en Portugal. Nos quedará ser mucho más exigentes en nuestras iniciativas de cooperación si termina ganando la derecha. Nos quedará ver la reacción del Partido Popular en Extremadura, que debería dejar la ambigüedad y mostrarse firme. Nos quedará, finalmente, y no es poco ante el desagravio, ser una región con la conciencia profundamente tranquila. Somos leales como casi ninguno, somos responsables como pocos, ejercemos la política desde el sentido común, pensando en nosotros pero también en los demás.

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