El apego... deportivo (hoy, Tomás Bellas)
Creo que en tiempos me referí, pensando precisamente en el Cáceres 2016 de baloncesto, a la necesidad de vincular a los jugadores y al proyecto deportivo con el proyecto de ciudad. Por lo que conozco el proyecto del Cáceres 2016 de baloncesto, creo que en el caso del área de gestión y en el banquillo se cumple con creces esa premisa de que el club piensa en la ciudad y en la región y que por ello, recíprocamente, como no podía ser de otra manera se van recibiendo recompensas. No descubro nada si digo que el proyecto de baloncesto en Cáceres, por categoria primero y por solvencia de la directiva después, es sin duda el más serio de cuantos existen en la región. Sin embargo, más allá de esas características, que aunque algunos podían pensar que son comunes denominadores en cualquier club que se precie y que para mí son signos distintivos, sigue existiendo el mismo salto entre los intereses de la plantilla y de sus jugadores que puede existir en cualquier sitio.
Porque salvo circunstancias muy singulares la tónica suele ser no hacer ciudad, y en ocasiones -ahí sí que las menos- incluso no hacer ni equipo. Los jugadores, y así lo entiende la sociedad, que no el mundo del deporte, son esos nómadas del siglo XXI que sin casa estable y con vida corta se les suele consentir berrinches a cambio de genialidades; salir de marcha a cambio de triples o mates espectaculares o determinados desplantes por aquello de sentirse estrellas.
Alguna de esas circunstancias, evidentemente con claridad más la última, se ha dado en el caso de Tomás Bellas. Un jugador joven, de esos que aún no se saben si serán una eterna promesa o alguien que se hará un hueco en el mundo del baloncesto. Porque Tomás Bellas lleva en una pataleta desde hace unos días, faltando al respeto no ya al entrenador o al club, sino a una ciudad, que lo ha acogido, me consta, con gratitud, como por otra parte siempre ha solido a acoger a la gente de baloncesto.
Su actitud -se quiere ir del Cáceres y se irá porque ya ha dicho que se acogerá al Decreto 1006- demuestra que el apego deportivo no existe y que su caso, lejos de ser una excepción, es una tónica de quien sabe que tiene una carrera profesional corta y debe hacer números -y dinero- en poco tiempo.
Otra cuestión, quizás más sensible, es el papel de los agentes. Allá cada uno y su conciencia, a la hora de favorecer con sus actitudes -y con sus comisiones- actitudes de capricho como la de Bellas. Tiempo, capacidad y conocimientos tendrá el Cáceres 2016 de baloncesto para conocer este pormenor. Porque puestos a ser inflexibles y a marcar diferencias, que también se evite trabajar con gente que solo mira por su interés.
Ánimo al club, porque estoy convencido que de estas circunstancias terminan viniendo pequeños golpes de suerte, que en el deporte también juega, aunque sea poco.
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