jueves, 10 de enero de 2008

El Caudillo del Valle Arañuelo

Aseguraba Fraga en las postrimerías del franquismo que la calle era suya. Parece que lo mismo ha debido de pensar el alcalde de Navalmoral, que debería acordarse a diario, como terapia democrática, que se debe primero a una constitución y segundo a unos vecinos, le hayan o no le hayan votado. Es lo que tiene el ejercicio de la democracia y lo que representa el poder del pueblo, a no ser que ejercitamos aquello de todo para el pueblo pero sin el pueblo.

Pues resulta que Rafakán, el que todo lo puede en el campo arañuelo, ha decidido ponerse el traje azul y lanzarse a despotricar contra los jóvenes, en un ataque de ira que no se recuerda en ninguna parte de Extremadura. No se ha conformado con prohibir literalmente el botellón sino que además lo ha hecho con malas formas, insultos y descalificaciones al conjunto de los jóvenes, "por acción o por omisión". ¿Podría aplicarse por esa misma regla de tres la culpabilidad a todas aquellas familias que, por ejemplo, no denuncian malos tratos? ¿Sería entonces motivo de quitar la tutela a los padres porque no cumplen las obligaciones para con sus hijos? Sinceramente, no sé si las preguntas están correctamente formuladas. Tampoco, sinceramente, me voy a parar a responderlas.

Más allá de la prohibición del botellón se encuentra algo de mucho más calado: la restricción de las libertades, de las posibilidades de reunión, de achacar a todos cuestiones que solo atañen a una minoría. Este alcalde recorta derechos, y sobre todo uno tan importante como de reunión. No toca, por tanto, hacer apología del botellón. El botellón se defiende a sí mismo en proporción a la necesidad de los jóvenes y con la maledicencia de algunos que se benefician o mercadean con ello. Pero volvamos a la libertad, a aquella que ya teníamos garantizada y que un nuevo caudillo se permite el lujo de alzar la voz para cortar las alas.

Y como colofón, la dudosa legalidad que representa la prohibición del botellón. La ley de convivencia y ocio insta a los ayuntamientos a definir zonas de ocio. Para nada se contempla que los municipios lo puedan prohibir. Solo recuerdo a una persona en España que lanzó el mismo globo sonda -aunque ahora parezca ir más en serio. Me refiero a Mariano Rajoy cuando fue ministro del Interior. Se atrevió a sugerir prácticamente lo mismo.

Llegan en unos meses elecciones. Entre medias, bastantes fines de semana de botellones incluidos, aunque también entre medias épocas de exámenes. ¿Cómo se propondrá el ínclito alcalde el problema del transporte para los jóvenes que quieran hacer botellón por ejemplo en Talayuela o en Almaraz?

1 comentario:

jandro dijo...

El caso es que nos llama delincuentes por acción u omisión, y sólo a los jóvenes, y la misma mañana que dice esto, aparecen diez heridos en las minas, de elevada edad y en horario laboral.
¿Hablamos de delincuencia?.