sábado, 16 de diciembre de 2006

Clara Campoamor



Fui a la presentación del libro. No entré. Me perdí el directo del autor. Mari Loli me había advertido de lo potable del libro y que al estar escrito en primera persona se hacía aún más atractivo. Llegó un momento en que me junté con dos biografías en mi mesilla. La concéntrica, según versión de Txiqui Benegas sobre Ramón Rubial, y la novelada de Isaías Lafuente sobre Clara Campoamor. Escogí ésta, por ser una figura más desconocida y por la edición, algo más atractivo. Aplausos por el resultado. La pena es que de estas personalidades, tan prolijas en consecuencias, haya veces que tengamos que mezclar lo histórico con lo esencialmente real. Quizás es porque al igual que uno no decide dónde nacer, tampoco nadie sabe a dónde va a llegar, así que cuando uno es consciente de que su vida es biografable (menudo palabro, pero no llegaré a acentuar yó todavía) u otros son conscientes (esto más saludable y menos pretencioso al estilo Show de Truman, ya puede ser tarde o puede ser un tanto extraño)

Me quedo con el empuje por la libertad y por la cerrazón de todos, independientemente del partido al que pertenecieran. En este tema no cabía, ni cabe, ideología de ningún tipo, sino que muchos, y la misma Victoria Kent, quedaron descubiertos para vete tú a saber qué hipotecas tenían o qué miedos les encerraba. De todos modos, pocos años después, lo de menos era acordarse del voto femenino. La dictadura quebró una de las mejores generaciones humanas y profesionalmente válida de nuestra historia, y con ella los logros, muchos en pocos años, que se consiguieron en la República.

Mis felicitaciones a Isaías Lafuente. Ha conseguido darme envidia, por saberse meter en la piel de alguien de la forma que lo ha hecho. Y esa envidia sana creo que es lo mejor que le puede suceder a un autor que ha escrito algo en los términos que él lo ha plasmado.

Una precursora su figura. Interesante, por penosas, las documentaciones que se recogen de manuales de la época en el comportamiento que se recomendaba a la mujer. Importante, en definitiva, leerlo. Bien en estos quince días que quedan de conmemoración del voto femenino o cualquier otro. Total, el votar, por democracia, no se va a acabar.

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