Terrorismos culturales varios
Hoy han detenido en La Rioja a un matrimonio que expoliaba Ecuador y Perú para posteriormente vender su botín, este relacionado con lo precolombino, en España. Desafortunadamente, no es un caso aislado. Hay mucho listo y a la vez mucho pirado que recurre a esta suerte de terrorismo cultural para atentar contra lo que parece que es de uno y que realmente no es de nadie, aunque el dueño que tenga sea quien peor uso le dé. Vivimos imbuidos en una sociedad que no presta mucha atención a lo importante que es mimar la cultura, se cual sea su expresión, y que debe atender a que lo tangible permanezca tangible para todos si es que para todos ha de permanecer, como es el caso de las piezas interceptadas o que se valore la cultura en su juste término.
La misma calificación me merece quien roba un cuadro de Munch como quien tira un libro a la basura sin pensar en que a través de ese conocimiento alguien puede ser más libre y más feliz. Cada día que pasa va ganando vigencia aquella definición de Rorty de que la cultura es la superación del dolor humano, pero parece que hay algunos, muchos más de los que nos gustaría que no lo entienden.
Todos somos corresponsables de ese terrorismo cultural. Los que de alguna manera no hacemos lo suficiente por animar a la lectura, por que se visiten museos o exposiciones, por hacer seguidismo de proyectos como el Cáceres 2016.
Hay otros terroristas culturales más profesionales que además incurren en delitos. Delitos, recurriendo a la anadiplosis, hay de varios tipos. Puede ser moral, imputable a aquellos que se despreden de su biblioteca personal y le dan el mismo tratamiento que a una silla rota. O las editoriales que guillotinan sin pudor y compasión ediciones de libros que no han tenido el éxito esperado. El delito también es punible, como es el caso del matrimonio riojano. Pero no hace falta irse muy lejos para poder buscar y encontrar expoliadores. Nuestra región los ha sufrido y los sufre. Algunos sabiendo lo que buscan ya fueron detenidos. Otros devolvieron elementos tan preciados como un busto de Carlos V robado en Yuste. Otros fueron pillados in fraganti haciendo voladuras en supuestos yacimientos. La mayoría no serán jamás descubiertos. Muchos tesoros y buena parte de nuestra historia está en casas particulares. Es otra forma de terrorismo cultural, más doméstica y más cercana. Todas restan. Desafortunadamente
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