Patrimonio, desarrollo y modernidad
El informativo de una cadena nacional cuyo nombre es indiferente a la hora de valorar la noticia que voy a comentar se hizo eco el pasado fin de semana de la existencia de un pueblo singular. Un municipio, creo recordar, de la provincia de Soria que parece ser que había optado por una defensa a ultranza de su patrimonio a toda costa. Tanto es así que ni televisión ni teléfono llegaban y muchos de los vecinos entrevistados para la ocasión lo justificaban en aras a la correcta conservación del patrimonio.
Lugares de Extremadura como Robledillo de Gata, Hervás o San Martín de Trevejo no se quedaban atrás. Son lugares que destacan también por su conservación del patrimonio, pero en los que para nada se ha renunciado, a la vez, al desarrollo, sostenible y equilibrado, y a la convivencia con la modernidad. Sobre todo porque de no ser así terminamos convirtiendo los pueblos en parques arqueológicos, en piedras mudas de las que únicamente cabe que se expresen sin que generen riqueza o sin que existan en ellas ejemplos, necesarios, de lo cotidiano.
Para la correcta conservación de esos espacios histórico artísticos, donde además hay que hablar de paisaje cultural necesariamente, en nuestra región se crearon hace años las Áreas de Rehabilitación Integrada. Son oficinas radicadas en los pueblos y ciudades -o comarcas- de interés patrimonial que velan, precisamente, por la correcta cohabitación de antenas de telefonía o de televisión con la piedra tradicional y que educan, a veces con complicaciones, a quienes quieren rehabilitar sus casas para que de manera armónica, todo gire en torno al concepto y percepciones primigenias del entorno, de las construcciones e incluso de los materiales originariamente empleados.
Es por ello por lo que me parece absolutamente obsoleta una visión del patrimonio absolutamente paternalista, basado en la creencia de que la riqueza lo da el status quo y que en ese estado parece que todo vale con tal de mantenerse. Pues no, creo que quienes practican eso se equivocan y terminan cayendo en contradicciones absolutamente terribles. ¿O acaso no era en la misma provincia de Soria donde a la vez que se dan los casos de estos pueblos intocables surgen proyectos de expansión urbanística asedian yacimientos mundialmente importantes y esenciales como el de Numancia?
Ejemplos como el que hablo son absolutamente prescindibles y sumen a la población en una mentira interesada. ¿Acaso no existen fórmulas para el soterramiento de cableado o para el disimulo de aparatos de aire acondicionado? Apostar por un desarrollo que se sustente en cumplir años ahoga las posibilidades de crecimiento de una población que no puede terminar viviendo del aire.
Ejemplos como el que saco a colación evidencian dos modelos diferentes de desarrollo y de valoración del patrimonio. Porque en Extremadura hemos apostado por un patrimonio vivo, por un diálogo entre lo tradicional y la modernidad, porque todos los municipios tengan banda ancha, por soluciones imaginativas y casi personalizadas según el entorno. Por personas especializadas y por espacios donde tener internet, buenas infraestructuras de comunicación, equipamientos culturales o educativos que no chocan para nada con lo de siempre.
Al final por eso terminamos diciendo siempre aquello de que en nuestra región aún no se ha cerrado ningún pueblo. Y por eso, lamentablemente también, el primer ejemplo autonómico que se nos ocurre para contrarrestrarlo, como modelo negativo, es el de Castilla y León
1 comentario:
Paco.
Si señor. Pueblos poblados o pueblos despoblados.
Yo que vengo de Salamanca y lo he visto. Municipios donde quedan 40 vecinos e incluso menos.
Por cierto. La foto. Muy buena. “El Manadero”.
Salud a todos en estos días.
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