Religión con mayúsculas, tachada y en subíndice
La clase política es sin duda una de la peor consideradas en esta sociedad. Desafortunadamente. Al ejercicio de la política le corresponde, en ocasiones, aquella expresión de la "política con mayúsculas" que en ocasiones se emplea para amplificar acuerdos de gran calado, decisiones de relieve, pactos entre partidos...
Por tanto, extrapolando la expresión, podemos recurrir a la expresión de religión "con mayúsculas" para aludir a aquellas decisiones de relieve, actos religiosos solemnes o decisiones emanadas de las más altas jerarquías eclesiásticas.
Y ayer, Día de los Inocentes, por cierto, asistimos, en la Plaza de Colón a una ejemplificación de esa religión que algunos quieren situar con mayúsculas y que lamentablemente, en términos tipográficos, termina tachada y en subíndice para muchos, porque ni existe una identificación con esas formas ni se obtiene lo que se busca sino todo lo contrario.
Mucho se podría hablar del acto en concreto montado ayer, desde de dónde salieron los fondos para pagar los autobuses hasta del asco que produce que a la misma vez que se manifestaban algunos contra el aborto frente a la puerta de algunas clínicas, muchas de esas familias supuestamente tradicionales utilizaban sin pudor a sus hijos menores de edad para vanagloria de Roucos.
Se confunde la Iglesia si plantea el debate de las familias en clave de confrontacion con otros modelos de familia. Se confunde la Conferencia Episcopal enfrentando a la sociedad entre modas, antiguallas, tradiciones y folclores varios en clave de unidades familiares. Se confunde manoseando e interpretando en su literalidad la biblia para unas cosas y obviando aquello de amar al prójimo como mandamiento fundamental.
Afortunadamente, hay una religión y una creencia callada, minusvalorada por esas grandilocuentes decisiones de Roucos que ni acudirá a la Plaza de Colón ni tampoco se le espera, en la medida que los poderosos de la iglesia jamás acudirán a premiar, valorar o legitimar su labor a no ser que haya foto de por medio.
Afortunadamente, está el Padre Patera, los curas obreros de la Cañada Real en Madrid y tantos y tantos dispuestos a hacer una labor pastoral de sentido común y no de literalidades, sin buscar votos para otros o sin enfrentar a la sociedad.
Que cada cual crea como quiera creer. Porque la imposición a creer o a no creer ya no vale en nuestro estado que, por cierto, es aconfesional.
2 comentarios:
A mi me encantaría que todo eso que nos presentaron el domingo en Madrid fuera cierto. Que el día de las familias se celebrara todo el año en todos los hogares, y que los niños pudieran disfrutar de sus padres, llenos de valores cristianos, en lugar de esperar a hacerlo una vez al año.
Hay una canción de Fofito " La famila unida", que podía haber servido de sintonía.
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