domingo, 3 de septiembre de 2006

Naturalidad social

Finaliza Alfonso Guerra el segundo de sus libros con un alegato, casi consejo, y defensa de la naturalidad. Una actitud que en mi caso procuro que sea permanente pero que en otros muchos no se da, sino que se sustituye por lo artificial o por la apariencia, por cuestiones anómalas o sencillamente por la crispación. Esto son rasgos que se pueden dar en lo personal.

Pero como dice el post, no es misión de éste analizar cómo se comporta la gente, sino que a raíz de una agresión en Pozuelo de Alarcón por parte de grupos neonazis a siete personas, entre ellos a dos militantes de las juventudes socialistas, creo que hay que reflexionar sobre la naturalidad social.

Y es que nuestra sociedad muchas veces, como conjunto, adolece de comportarse conforme a la lógica, de articular mecanismos de acción y de reacción naturales y se centra, últimamente de manera preocupante, en reeditar actitudes colectivas que no son naturales, sino cimentadas en el yo me quedo por encima.

Posiblemente todo ello, hace bastante que lo incluí, sea producto de haber cerrado una rápida transición pero ni siquiera abriendo heridas, como para que éstas cicatricen. Es lo que siempre se ha hablado de aquellos tópicos típicos de que existió un pacto tácito, que no se quiso profundizar en la fractura...

Pero resulta que hoy por hoy, lo que debería ser antinatural se convierte en irracional y de ese fomento de la sinvergonzonería aparecen como consecuencia agoreros y hechos bastante preocupantes. Porque lo natural para la sociedad debería haber sido juzgar y sentar en el banquillo, en procesos tipo Nuremberg, a los responsables de una dictadura que duró 40 años. Otros blogueros más avezados (por ahí anda José María Lama) son personas idóneas para no sólo refrendar esto sino para, dando un paso más, hacer una comparativa que indique en qué países no se han cerrado heridas o por lo menos no existen movimientos importantes que quieran juzgar y aclarar épocas turbias. A mí personalmente sólo me salen países donde se quieren saldar cuentas con la historia: Argentina, Chile, Alemania, Rumanía... A aclarar turbios episodios, incluso, se ha contribuido, en aras al derecho internacional supongo, desde España.

Lo natural, pues, es mojar las barbas del vecino, pero no poner a remojar las nuestras. Lo natural es que aún hoy exista crispación por eliminar una estatua franquista; se esté alerta por la repercusión que tiene la presencia de Santiago Carrillo en tal o cual sitio; lo natural es que hayamos interiorizado tanto elementos que, como el caso de la Cruz de los Caídos de Cáceres, parezca que tienen la misma importancia que la propia Torre de Bujaco. Por eso, de esta naturalidad tan artificial, tan forzada, tan absurda se quieren aprovechar algunos. Sigue existiendo miedo, tibieza y sin embargo hay personas que aprovechan para, por ejemplo, agredir, reeditando aquello de las dos Españas, a personas sólo por sus ideas. Aunque claro, otros, para nada defensores de la libertad, sino aprovechados de las noticias del NO-DO, buscan sacar réditos electorales.

Dejemos de un lado los extremos, tanto unos como otros, y pensemos en dar respuesta a las injusticias, a la memoria y a situaciones que aún hoy están sin aclarar y donde detrás no hay buscar más o menos votos, sino buscar a más o menos familiares y, por ende, la búsqueda de la dignidad.

2 comentarios:

José María JURADO dijo...

" Porque lo natural para la sociedad debería haber sido juzgar y sentar en el banquillo, en procesos tipo Nuremberg, a los responsables de una dictadura que duró 40 años."

-¿A favor de la pena de muerte?

-¿Se juzga o no a Carrillo?

JM Jurado

Anónimo dijo...

Ondia, qué bueno lo de Nuremberg, qué graciosos iban a estar ahí Polanco y Cebrián ...Y Suárez, y el rey y el papá de Conde-Pumpido y así hasta el infinito y más allá.