lunes, 10 de diciembre de 2007

El hombre de arena



Acabo de ver los agradecimientos de una película. Pocas veces me quedo, y más en el cine, a ver los títulos de crédito. Sin duda, la ocasión lo merecía, pese a que la mirada de la chica de los multicines la delataba: pensaría qué me importaba a mí ver lo que para casi todos casi siempre son cuestiones banales. Pero me importaba esta vez y mucho. El hombre de arena no es solo una película. Para Extremadura significa mucho más que eso. Es el primer largometraje que sale de la orden de subvenciones para largos -para cortos y mediometrajes ya existía hace tiempo- y que ha visto ahora la luz. Una productora extremeña, asociada con otras firmas importantes, actores de prestigio, otros engances para adolescentes... una fórmula que atrae.

Es un orgullo ver nuestro logotipo, ver a actores extremeños curtidos en infinidad de espectáculos teatrales en la pantalla grande y ver que todo esto es el fruto y la consecuencia de lo que realmente somos ahora.

La factura de la película es inmejorable, pero como no soy, evidentemente, objetivo, no seguiré ahondando. A los Goya me remito para que la familia del cine haga justicia. Sí que la recomiendo encarecidamente.

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