domingo, 16 de noviembre de 2008

Firmin



Firmin ha sido mi última lectura. Cogí la décima edición. He leído por ahí algo de sus críticas. Para mí ha sido un descubrimiento pero que podía haber finalizado con un cum laude y que a mi modo de ver no lo hace. No remata. Enreda en su final quizás en exceso y pierde quizás el propósito inicial que intuí en un primer momento de ser un manual de cabecera para el fomento de la lectura y para entender el porqué de leer, para comprender que si la palabra vicio puede ir de la mano de algo positivo eso puede ser la lectura. Lo que no deja de seguir siendo un libro muy recomendable. Me consta que algunos institutos de Cáceres están pidiendo su lectura. Dice mucho de esos profesores. Mejor, entiéndaseme bien, en secundaria aprender de Firmin que no de las lecturas de caballerías del Quijote, para las que siempre habrá tiempo y para la que uno debe no tener urgencias de exámenes para leerse. Porque Firmin, en su papel entrañable, representa más que a una rata a un ser humano ávido de conocimiento. Las mordeduras de Firmin en los libros pueden ser aquellas firmas que con nuestra inicipiente escritura dedicamos a la biblioteca que cada uno tenga en su casa. En medio de las letras de imprenta, de libros clásicos pero que por entonces no entendemos jamás de su importancia, dejamos nuestra rúbrica pueril.

Uno, en el libro, descubre que tiene algo de Firmin, que puede tenerlo de Norman, el bibliotecario, o de Jerry Magoon, como escritor más o menos frustrado. Pero sobre todo encuentra que al final uno termina devorado por una sociedad a la que el tiempo de pararse para leer no representa una prioridad. Los índices de lectura más optimistas hablan de algo más del 50%. Los jóvenes muchas veces rompen, por exceso, esos indicadores, pero terminan engullidos por esta sociedad de la imagen, de la tecnología, donde, optimizando el tiempo y no dejándose llevar por tópicos, todo tiene cabida, y todo es necesario. La alfabetización digital campa a sus anchas, pero la primera alfabetización seguirá siendo, sin duda la más necesaria.

Pongamos un Firmin en nuestras vidas. Leamos, mordamos nuestros libros.

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