La Caza del Carnero Salvaje

Es el segundo libro de Murakami que me leo. Suelo ser animal de costumbres e intentar conocer a un autor y seguir su trayectoria a través de lo que ha escrito. Lo he hecho con Matilde Asensi (hasta que ha reconocido que se ha convertido en escritora de best sellers), con Pérez Reverte (hasta que sus artículos me producían urticaria y sólo me dedicaré a Alatriste), con Eugenio Fuentes y su detective Cupido o con Alfonso Guerra. Después de Tokio Blues he seguido con Murakami y a continuación, aunque ése será otro post, me he puesto con Mario Puzo, porque El Padrino, sin ni siquiera haber visto la película, me enganchó.

Resulta que el japonés tiene una lectura muy amable, muy sencilla y con unos argumentos lo suficientemente fantásticos que terminan siendo cotidianos. Es de esas cotidianeidaes que valoramos antes de que suceda algo, que nunca ocurren, pero que solemos contemplar como futuribles. Y sobre todo se sale de los argumentos de pseudonovela histórica, de seguidismos de acertijos y de reminiscencias entre unos y otros autores contemporáneos.

Puede que sea de los argumentos más frescos cada uno de sus libros el motivo por el que engancha (mi hermana ya va por el tercero, "Kakfa en la Orilla", que creo que también me lo leeré yo) o quizás porque el inconsciente nos juega malas pasadas y todavía valora más lo de fuera que lo nuestro (por si acaso miraré en librerías algo de Julián Rodríguez o de Justo Vila) o tal vez porque resulta que es verdad que se trata del escrito japonés con más proyección.

El caso es que una imagen, unos enredos difícilmente explicables, una intriga muy light, una visita por la región de Hokkaido... terminan tejiendo un relato muy interesante y sobre todo diferente, tanto que el final, mejorable, se disculpa por la novela en su conjunto.

Y esto es todo, me voy con Mario Puzo y "El Último Don"