El tiempo de los trenes
De Fernán Gómez solo he leído novelas de cómicos. De cómicos como él, añado. Esta me imagino que pasó de puntillas por ese género que explotó con La Voz Dormida, el de las novelas de memoria histórica, pero también podría ser considerada como tal. Un libro de fácil lectura y para todos los públicos. Para los del mundo del teatro especialmente. Curiosa, además, cuanto menos, la alusión a la guerra civil, al levantamiento del 18 de julio y cómo lo explica en clave de teatro. Pinceladas desde el prisma cultural de la reacción de los actores en el Madrid expectante ante los hechos que se iban sucediendo.
Andrés Vallés es el hilo conductor de una novela de muchos personajes. Poco desarrollados pero con una personalidad fuerte. Lucía Ferrer, Miguelón o la tía Enriqueta. Roles acusados que quizás contribuyan a identificar mejor a los personajes.
Alusiones a Extremadura. Repetidas en cuanto a la idoneidad de actuar en sus ferias. Alusión a Cáceres, por el calor.
Libro recomendable. Donde se citan la Pasionaria y Carrillo. O Gil Robles. Pero donde sobre todo, se habla de teatro. Un libro de teatro. Sobre el teatro. El tren, más que nunca, el leitmotiv. Por eso lo cogí, porque los trenes siguen siendo lugares de viaje -qué chorrrada esta-, lugares de encuentro, de lectura, de pensar en lo que dejas y en lo que te vas a encontrar.
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