jueves, 19 de noviembre de 2009

Las nuevas generaciones del PP se retratan


Mi doble militancia en una organización juvenil política y en un partido político no ha sido obstáculo para que en mí exista un permanente sentimiento de gratitud ante el movimiento asociativo juvenil. La puesta en valor del asociacionismo como vehículo de participación y los límites que deben establecerse en las hipotéticas intromisiones que puedan ejercerse desde partidos políticos al movimiento asociativo juvenil son otros elementos a tener en cuenta.

Sirve la introducción como ejemplo de cómo se debe y cómo no se debe actuar. Sobre todo porque la actitud que muestra la organización juvenil política del Partido Popular -tienen nombre, pero su sumisión también conlleva la desaparición del nombre- es una muestra de desprecio a un organismo, el Consejo de la Juventud, que va a cumplir veinticinco años, y del que forma parte desde su creación no ya como entidad de pleno derecho sino en la actualidad también ocupando un cargo en su comisión ejecutiva -lo que viene a ser la junta directiva.

La actitud viene motivada por las presiones internas, no pocas, que me supongo que tienen a cuenta de los famosos talleres masturbadores, promiscuos y dignos de excomunión del Consejo de la Juventud de Extremadura. En tono irónico lo digo, es evidente. La salida de pata de banco de su portavoz, a cuenta de buscar rédito electoral, el ridículo de adoptar una postura de ultraderecha cutre, zafia y mezquina (algo que ya han demostrado, con Monago a la cabeza, en otras ocasiones) y su propia historia personal entiendo que hacen el resto. Todo ello, un cóctel explosivo para quien tiene en su ideario lo contrario de lo que predica, ha puesto de manifiesto que antes que jóvenes algunos prefieren ser políticos. Y no hay nada peor en el mundo asociativo juvenil que toparse con la mediocridad que da encontrarse con políticos que jueguen a ser jóvenes. Ese es el perfil de quienes tienen la desfachatez de negar su apoyo y su participación -algunas fotos han visto la luz, pero me imagino que no todas- en unos talleres cuyo desarrollo debiera estar aún más extendida y cuya asunción por parte de la sociedad debería ser sino unánime sí que mayoritaria. La educación no formal tiene mucho trabajo que hacer en la educación afectivo sexual.

Pero esta actitud de plegarse, de esconderse y de ser una asociación testimonial, no viene de ahora. Habría que recordar, quizás, cómo hace casi diez años, su inactividad, su nulo trabajo, su incapacidad para participar... casi les lleva a ser expulsadas del Consejo de la Juventud. Quizás tuvimos que hacerlo en su momento. Nuestro sentido de la responsabilidad, y nuestra voluntad de consenso y de precisamente creer que el Consejo de la Juventud estaba fuera de la lucha partidista, nos hizo entender que debíamos hacer un esfuerzo extraordinario. Quizás fuera un error, quizás no.

Pero lo cierto es que todo suma. O mejor dicho, todo resta. Cada uno tiene lo que se merece y recogerá lo que siembra. Mientras que sea y me sienta joven -lo segundo durará más que lo primero- espero ser un joven interesado por la política y no un político que quiera aparentar que es joven. Otros, lamentablemente para la juventud extremeña, no pueden decir lo contrario. Y de verdad que sinceramente lo siento.

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