Extremusika invade el metro
Ya terminó el Extremusika. La tercera edición sigue colmando y ampliando expectativas con respecto a los años iniciales y ya está claro que es el festival de música del suroeste ibérico. Está claro, ya nadie lo duda, que es perfectamente compatible Extremusika con cualquier otra manifestación cultural... Womad por ejemplo. Además es un festival que nos equipara, por si todavía hay alguien que no se haya enterado, con el resto de España. La periferia cultural se convierte por unos días en el centro y el centro ve cómo el domingo, como así sucedió en Conde Casal, riadas de jóvenes, pulsera en ristre, invadían el metro de Madrid. La mochila acompañaba y las caras, mezclas de cansacio, buen rollo y alegría, mostraban que había merecido la pena. Me quedan, sin embargo, algunas preocupaciones
1. La principal, la que afecta a las personas, a los participantes que estuvieron, relativa al consumo de alcohol y de otras drogas y a la necesidad de pensar en cómo canalizar a posteriori -allí es imposible- esa inquietud, porque algo ahí, de todos esos participantes. ¿Tan difícil es conseguir sus procedencias o sus correos electrónicos? ¿A cambio de qué se podría mantener el contacto y ser aquí, allá y acullá jóvenes comprometidos?
2. La secundaria, la solicitamos públicamente y ese nulo interés informativo por los jóvenes -del que hablaré más adelante en otro post- la silenció. Me refiero a la oportunidad que se abre con los grupos del caché que vinieron a la hora de lograr adhesiones para la capitalidad cultural, ese proyecto que está en su fase fundamental. Ignoro si se habrá hecho el seguimiento que solicitamos, lógico por otra parte, pero allá cada cual. Al final los esfuerzos van con las conciencias y la mía (la nuestra) está tranquila en la propuesta de ideas.
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