Quiero un alcalde terrenal
Ayer bajó la patrona de mi ciudad a Cáceres. Es costumbre que acuda cada año por estas fechas a pasar unos dias con los vecinos y que todo el mundo, por obligación, por socialización o por devoción, bajen a verla. La llamada sociedad civil -que cada uno vea si le gusta o no el término- se involucra a tope en un acontecimiento religioso, ocupando un protagonismo importante la corporación municipal. En Fuente Concejo, un lugar catovi -cacereño de toda la vida-, se le entrega el bastón de mando a la Virgen por parte del alcalde. Hasta ahí todo es normal. Resumiendo: respeto a las creencias, vinculación de toda la ciudad y como ingrediente extra...lluvia, mucha lluvia, quizás porque la Virgen lloraba porque está deseando que otro alcalde le entregue el bastón de mando.
Sin embargo, ayer el alcalde se comportó como el típico chiquillo que le dice a su padre que aunque ha rezado mucho a su ángel de la guarda y ha orado convenientemente ha suspendido el examen. La pregunta del padre -identifíquense muchos- es si ha estudiado; la respuesta -por lo menos el pensamiento- del hijo -identifíquense otros- es que no ha pegado ni chapa.
Esa fue ayer la manera de obrar del alcalde. Soflamó una arenga política que le llevó a pedir a la Virgen la intermediación para que solucionara los problemas del empleo de los jóvenes y nuestra vida en la ciudad. Es, sin duda, una vieja y rancia táctica; es, qué pena, una manera cutre de actuar; es, mal vamos, la mezcla entre la Iglesia y el estado. Cada uno debe llevar su fe en su ámbito privado, y trabajar desde lo público para el conjunto de la sociedad.
No quiero un alcalde que se encomiende a lo divino; no me gusta vender humo y que se juegue con las creencias de otros; no me apetece seguir escuchando discursos vacíos e imposibles de cumplir; quiero un gobierno a pie de calle, realista, consecuente y responsable.
1 comentario:
Yo, como ya no estoy enlazao porque no debo ser amigo tuyo, no digo ná, que después to se sabe.
Fdo: El de siempre.
Publicar un comentario