Historia de un balcón y de una gaviota
Esta no es la historia de una escalera. Es la historia de un balcón y de una gaviota. La historia de la escalera la contó Buero Vallejo. La historia del balcón la ha contado la extrema derecha de este país hoy, en vivo y en directo. Una extrema derecha que ha terminado con bastante dosis de frustración en vena, una extrema derecha que da miedo cuando se piensa en su existencia, una extrema derecha que no le importa intentar acojonar al periodista con más audiencia de este país que, pese a ellos es España y no una grande y libre.
La historia del balcón y de la gaviota se ha escrito hoy. Hoy se ha terminado la historia de la niña de Rajoy, pero ha empezado la historia del balcón y de la gaviota. La del balcón de las ausencias. La del balcón de las arengas. La del balcón del acongoje y de no ser capaz de decir lo que debía decir y sí de manera ambigua, muy a lo gallego, lo que quieren otros escuchar. Porque hoy a la hinchada de extrema derecha congregada en Génova y estoy seguro que en otros muchos puntos de España ningún dirigente de su partido se ha atrevido a decirle que habían perdido, de nuevo, las elecciones. Ya no saldrá la gaviota a sobrevolar carroña para elucubrar conspiraciones y paranoias. Ahora no ha habido 11M y España no ha votado conmocionada.
Ni Acebes, incapaz de sostener la cara, ni Soraya Sáenz de Santamaría, que ha salido de relleno, ni Pizarro, que seguro que ha salido por primera y última vez, y ni Pío García Escudero, coordinador de la peor campaña hecha en la historia de un partido político en la democracia. No ya la campaña con mayor inquina, algo de lo que estoy seguro que no recae en él, sino de la campaña con mayores errores de estrategia. Me ha sorprendido la cara de valentía de la mujer de Rajoy. En la historia de este balcón, la única valiente, la que mostraba la verdadera cara, era la única que no ha mentido porque no vive de mentiras ni tampoco, por tanto, teme por su integridad política tras estas elecciones. ¿Quién les dice la verdad a estos desdichados, a los de las banderitas? ¿Cómo le decimos a la gaviota que les despierte del sueño?
En la historia del balcón y de la gaviota ha habido ausencias. Quizás esperando nuevas entregas del balcón y de la gaviota. Han faltado otros extremos, los de la ambición, aquellos que se atraen. Alberto y Esperanza. Tanto apuñalo, más apuñalo. Tanto monta, monta tanto.
Pero la historia del balcón ha empezado tarde. Cuando ya el escrutinio electoral iba por encima del 93%. ¿Qué ha pasado antes, en las bambalinas de ese balcón para salir tan tarde? ¿Hay algo que no se haya atrevido Rajoy a decir? ¿Quién ha mantenido hasta el 93% a tanta afición movilizada para emocionar y cargar las pilas a un líder que va a terminar perdiendo más elecciones que Floriano? ¿Dónde estaba Zaplana, borrando información para que no caiga en manos de alguno de los suyos o moviendo a Rajoy por debajo del balcón?
Mariano Rajoy ha salido a ese balcón a anunciar que se marchaba, que dejaba la política. Que archivaba hasta nueva orden su contrato de nuevas constumbres, que desinflaba la invención de su hija y el todo vale. Pero le han faltado agallas. Ha tenido miedo de los que le rodeaban y de los que le arengaban. Su mujer es la única que ha tenido valentía. El PP se desangra, la gaviota se escapa, la niña se emancipa... aunque eso es otra historia, igual que es otra historia la de las papeletas del PP al senado por la provincia de Badajoz. Pero toca mañana, o dentro de unas horas, el segundo capítulo de la historia
pd. la última palabra de Mariano ha sido "adiós"
pd1. para ver de quién se rodea Mariano, escuchar...
2 comentarios:
La culpa como siempre al pregonero. Que le vamos a hacer. Son unos pobrecitos.
Joder Paco ¡qué susto! Haz el favor de poner otra vez la foto del sombrero que con esta foto creí que ya te habían detenido. Sólo te falta el número debajo para parecerte a uno de los más buscados.
Y no me digas que esa es la del Deneí que no me lo creo.
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