lunes, 15 de mayo de 2006

Derecho a la felicidad

Ayer en Plasencia asistí a un acto de la campaña de dos años de gobierno socialista. Carmen Calvo hizo gala de su locuacidad y de su discurso para asombrar a quienes apenas la habían escuchado. A otros no nos cogió de sorpresa su cercanía y su predicamento y su diferencia, algo que se agradece, con respecto a otros habituales en la arena de los mítines y actos de este tipo. Por eso no me referiré al acto más que a un dato: la escasa representación de personas de la cultura placentina.

Sin embargo, ahondaré en un aspecto de su discurso. Reivindicó el derecho a la felicidad, o más bien lo historigrafió dentro del proceso de constitución de los Estados Unidos, sin atreverse a pedir abiertamente, aunque dejándolo caer, que se incluyera en los idearios políticos de izquierdas (la derecha es imposible que lo acuñe, a no ser que la felicidad sea una medida económica convertible)

Yo creo que debe ser un derecho mundial de obligado cumplimiento que debería enmendar la Declaración Universal de los Derechos Humanos o la Declaración de los Derechos del Niño. En ninguna se incluye la palabra felicidad. Nadie elige dónde nace, tampoco muchas veces hasta dónde quiere llegar, hay veces que se encuentra que no tiene e incluso otras que no puede. Para paliar todo eso, la felicidad, qué duda cabe.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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