Lecciones de democracia
Uno de los conversos del PP, Josep Piqué, está indignado por la presencia del nuevo Conseller de Gobernación de Cataluña, Vendrell, por todo el proceso suficientemente conocido de las cartas pidiendo algo así como un impuesto revolucionario del funcionariado. La derecha podría decir que es como si nombraras a Roldán, Jefe de Negociado de Titulaciones de la Complutense. Vamos, que a mí tampoco me ha gustado. Maragall y sus equilibrios en la cuerda floja. Hasta aquí todo medio normal o insultamente anormal, porque alinearse de una manera tan despechada con un converso como Piqué huele muy mal.
El problema del que está más fuera que dentro del PP (Piqué y Pimentel tiene en la grafía y sonoridad algunas similitudes) es que ha dicho que "ningún presidente normal de ningún país normal" se le hubiera ocurrido nombrar a un tipo como Vendrell.
Pero si nuestros hábitos como país desde la todavía joven democracia han sido permitir que ministros y cargos del franquismo ocupen puestos de relevancia y no haber iniciado una causa judicial a 40 años de dictadura, la aseveración de Piqué pierde autoridad moral.
Empecemos, pues, por darle rigor a la democracia para que no haya insultos a la libertad y a los derechos individuales, para luego, pausadamente poder dar lecciones de democracia
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