Reflexiones intestinas del Congreso de Lectura
El Complejo Cultural San Francisco sigue acogiendo, gustoso y atento, el Congreso Nacional de Lectura. Las críticas, pese a existir, son muy minoritarias, algunas salvables y no ensombrecen para nada el excelente devenir de todo. Como quiera que detrás están las personas, es encomiable el trabajo y el esfuerzo de personas como el bueno de Luis Sáez, el mimo de Julián Rodríguez (que trata el congreso como si revisara las pruebas de un libro), el acierto de Antonio Basanta o las atenciones de los ponentes que atienden gustosos las intervenciones de sus colegas.
Ángeles Caso o Luis Landero han sabido centrar mi atención. El "y esta noche, Unamuno" de Landero resulta esclarecedor para pensar en clave de lectura como una ocupación del ocio que tiene que tener su espacio. La sencillez de Ángeles Caso a la hora de defender que un niño puede renunciar a una lectura no puede sino ser tomado como algo absolutamente normal.
Ha sido también valiente la Consejera de Educación, aunque quizás pecó de osadía frente al plenario al personalizar en Kafka los traumas que algunos libros supusieron en algunos niños y jóvenes y cómo la lectura de los libros no debe ser ejercida en clave calidad o universalidad del mismo, sino adoptando otros criterios. Hoy confieso que en COU no me leí Tiempos de Silencio. Paco Muñoz hace poco tiempo me lo recomendaba, sobre todo, precisamente porque su autor, Luis Martín Santos, fue un histórico socialista.
En el fondo de las aspiraciones institucionales...el bibliotecario escolar. Sin duda para un cuerpo tan asentado como el educativo una nueva figura sería complicado de encuadrar. Además, hay un factor importante que no debe obviarse: sobre todo en institutos, la biblioteca escolar debe ser un proyecto colectivo en cuya configuración, mantenimiento y gestión, aparte del sustento formativo debe prevalecer la vocación y la participación de los alumnos. José Antonio Marina, por otro lado, fue incisivo, expresivo y claro. Quizás demasiado. Ojalá sus tesis acaben en buen puerto.
Hoy jueves no escuché mucho. La Emerita Augusta me lo impidió. Sin embargo, una frase "nada de lo que ocurra después de los 12 años tiene importancia" (parece ser que de Peter Pan) me ha hecho reflexionar en torno a una idea algo más ambiciosa que un blog. La pronunció Victoria Fernández, creo que colaboradora en Babelia. Javier Rioyo fue gracioso y divertido, expresivo y comunicativo, desvelando interioridades y demostrando un gran conocimiento por la ciudad de Cáceres. Seguro que podemos contar con él en alguna otra ocasión. Pese a su locuacidad, dejó una frase de Machado, que me recordó a la chapa con la frase de Vostell ("Yo declaro la paz como la mayor obra de arte") Si mi pluma valiera tu pistola...
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