El aroma de la rosa
El aroma de la rosa se lo debemos enviar por correo certificado a la pandilla de los mentirosos y a su jefe, el de la barba. El aroma de la rosa debe servir para purificar el eslogan de la cabeza y el corazón, porque realmente se les ha olvidado lo que ponía en Guatemala: mano dura, cabeza y corazón. El aroma de la rosa debe hacer que se quiten la careta porque no soporten un olor así quienes llevan quince años caminando hacia el centro. ¿De dónde vienen? ¿Realmente caminan hacia el centro o se escoran a la derecha? ¿Existe el centro ideológico o es un producto de mercadotecnia sociológica? El aroma de la rosa debe utilizarse para cargar esas armas cargadas de futuro que son los votos, que equiparan a una cocinera y al señorito andaluz, a ese de la manteca colorá, al de los inmigrantes poco formados, a ese tal Cañete. El aroma de la rosa es el que nos hace ver que el que es diferente no tiene por qué ser enemigo, sino todo lo contrario. Somos diferentes, somos iguales, decía el Consejo de Europa en una campaña a favor de los derechos humanos.
El aroma de la rosa lo oleremos al abrir las urnas el 9 de marzo.
(prácticamente todas estas reflexiones las hizo anoche Alfonso Guerra en Villafranca de los Barros, en un acto masivo en la plaza del pueblo. me limito a aderezar todas ellas con "el aroma de la rosa" que fueron sus últimas palabras)
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