jueves, 10 de abril de 2008

Pekin 2008, de la expectación a la decepción

Después de los boicot de los años 80, Guerra Fría mediante, parecía todo esto del mundo estabilizado en lo que se refiere al deporte y a la celebración de los juegos. Pero la cosa se está poniendo muy fea. Dudo a día de hoy de su celebración, o al menos que será una cuestión que China seguro que ponga encima de la mesa para equilibrar el pulso internacional a cuenta de la situación del Tibet. China intentará tensar la cuerda por todos los medios porque creo que nadie pone en duda, por ejemplo, un boicot a Reino Unido por su participación en la guerra de Irak y por la connivencia con los abusos de Guantánamo, por ejemplo. Nadie, tampoco elevó la voz más de lo necesario por la situación de los indígenas en Australia. Y nadie tampoco encabezó ningún movimiento de presión social para exigir más democracia en China cuando Pekín fue elegida sede de los juegos de 2008. Quizás había que haber empezado por ahí, como ha declarado hoy el presidente del COI, Jacques Rogge. El Comité Olímpico Internacional está en muy mal lugar, porque nada puede hacer en una sociedad que tiene en su mano el trasvase de información más rápido de su historia, que tiene entre sus poderes la de la generación de la opinión para bien o para mal en un mundo global. De nada sirve que alcen la voz personas cualificadas, todo el mundo está actualmente en una posición que debería haber adoptado quizás hace tiempo.

Porque todos los popes mundiales, o al menos alguno que otro, deberían haber alertado de esto. ¿O es que es peor una coacción puntual a una comunidad como la tibetana que celebrar los juegos olímpicos en un sistema dictatorial que parece que es per secula seculorum? ¿Acaso lo que se está montando no será un pulso a China por lo que pueda venir a continuación de una juegos que ya no serán exitosos? El gigante dormido está siendo ahora boicoteado y de momento no ha levantado la voz ante unos hechos, los del Tibet, que a mi juicio recogen argumentos de calado mundial más de fondo. Y no nos olvidemos que esto surge en medio de una crisis económica mundial. Y la pela es la pela, sean yenes, dólares o euros.

El deporte es la mayor expresión social de democracia, de valores, de igualdad y de superación. Es, por tanto, un contrasentido jugar a superarse, a defender los colores de tu país en el mundo si existen injusticias y desigualdades flagrante allá donde se celebren. Pero ¿hay mayor desigualdad que una dictadura?

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