jueves, 22 de enero de 2009

La lámpara de Aladino


Luis Sepúlveda, chileno y trotamundos, me ha recordado a Bryce Echenique. Por una prosa excesivamente recargada, de frases muy largas y de un amplio recorrido. Un vocabulario extenso y un libro donde sus cuentos y relatos, desde el más breve al más amplio, del más cercano al más lejano denotan una vasta cultura. Todas las referencias que tengo de él son positivas, por cuanto que su labor en Asturias en pos de la animación a la lectura ha sido muy buena.

Este libro, el último que ha escrito, reminiscencia de algún otro, tiene sabores mestizos. Es un libro multicultural, donde uno pierde en ocasiones la noción de la realidad y de la ficción. El lector, al menos a mí me ha sucedido, puede optar por pensar en lo verosímil de todo o por el contrario por apostar por un relato de ficción.

Es un volumen denso pese a la extensión, menos de 200 páginas, que recoge multitud de relatos dentro de las tramas que aparentemente quiere desarrollar. Ese es un común denominador de todas ellas: las intrahistorias que se manejan. Los otros denominadores, o las particularidades, están dentro de un libro recomendable.

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