viernes, 15 de junio de 2007

Cinco estrellas sin memoria


Hace unos meses se inauguró en Cáceres, en la carretera de Malpartida, el primer hotel de cinco estrellas del entorno. Muchos han sido los publirreportajes y no menos numerosas las reseñas gratuitas en prensa. Un proyecto empresarial de ese calado y de esa simbología es lógico que así lo tengan. Sin embargo, la simbología es mayor todavía. Son cinco estrellas que nacen sin memoria. Soy firme partidario del revisionismo pero no para dar la vuelta a la tortilla. La historia ya se ha celebrado y ha ido cerrando etapas y dictando sentencias, más o menos favorables para unos u otros pero escrito está. Soy firme partidario del revisionismo, de recuperar la memoria para que quienes no pudieron tener dignidad, con todo lo duro de las acepciones de esa palabra la tengan. Creo en la memoria histórica porque creo que es un camino válido para hacer justicia sobre personas, muchas de ellas muertas, casi todas las vivas ancianas, que perdieron a sus padres, escondidos ahora bajo cunetas, cementerios, quemados con cal o en fosas comunes. Apuesto por recuperar esa memoria para quitar las pesadillas, los traumas, para devolver la paz a muchos, casi todos, que se vieron de pronto dentro de algo que no habían elegido. Ninguno elegimos donde nacemos. Menos aún elegiremos si queremos luchar en una guerra civil, en una guerra de hermanos.

El hotel que se acaba de inaugurar no puede ser un hotel sin memoria. No estará tranquila la tierra sobre la que se asienta hasta que no se recuerde allí que ese hotel fue un campo de concentración de presos republicanos. Un lugar donde muchos marcaban en las paredes primero el tiempo que les quedaba para verse con los suyos y después el tiempo que llevaban sin verles (aquello del vaso medio lleno o medio vacío)

Llevaba mucho tiempo queriendo escribir este post. No pido más que un simple recuerdo de lo que allí sucedió, al igual que se ha hecho en el Palacio de Congresos de Badajoz. Simplemente con eso, recordando el sufrimiento de muchos, socializando esa pena y esa cerrazón, podremos ponernos en el lugar de quienes lo vivieron. Y entonces la tierra quedará en paz, y las cigüenas que anidan alrededor crotorarán tranquilas.

1 comentario:

Carlos dijo...

Bravo, Paco!!