miércoles, 30 de enero de 2008

Adiós, tomate, adiós

Parece que se termina el tomate, un programa que hemos de reconocer que para lo malo, para la salud de algunos, para el entretenimiento fácil de muchos y para los comentarios y corrillos en centros de trabajo, institutos o zonas de cañas, ha marcado un antes y un después. No le encuentro apenas nada positivo, a no ser por aquellas puntillas - y no en todas ocasiones acertadas - que Sé lo que hicisteis saca.

El tomate ha marcado un antes y un después en el límite de la intimidad de muchos, algunos sin buscarlo y otros al compás de la fama buscándolo como posesos. El tomate ha sido el refugio para otro tipo de periodismo casposo y de mal gusto, que roza el delito de intromisión en la vida de las personas y profundamente soez y poco imaginativo. Muchos se han apoyado en el tomate, también hay que decirlo, para crecer como personas, bien como profesionales de otros programas, que no han visto todavía su límite, o bien como famosos profesionales.

Por eso, aunque es cierto que quien primero apuntilló este tema de la intimidad y el groserío famosil fue Tombola -también terminado hace tiempo- con la desaparición del tomate deben plantearse otros interrogantes. No en vano, el tomate era un programa que todo el mundo podía ver y Tombola se insertaba en la programación de las autonómicas.

Creo en definitiva que por el momento político que estamos, deberían reflexionar los partidos sobre esto, y sin darle a la desaparición de un programa más importancia de la que tiene, habría de una vez que ponerle puertas a la intimidad y a la violación de determinados derechos que la fama de algunos (no de los que la buscan, sino de los que la encuentran por el ejercicio brillante de su profesión) les cuesta. Lanzado el guante, queda esperar

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