La participación, ¿cuestión de suerte?

Desde hace unas semanas nos hemos embarcado en Afa en la preparación de una acampada, ya tradicional por otra parte, cuando se aproximan las fechas de los carnavales. Este año, cosas de las lunas que marcan el calendario de la Semana Santa, Don Carnal llega a nuestros hogares en los cinco primeros días de febrero. Apenas nos hemos limpiado estómagos y conciencias de las fiestas navideñas, apenas los niños han desenvuelto sus regalos, hay que volcarse en intentar organizar con solvencia una actividad en la que mantengamos los mimbres de nuestra asociación, lo aderecemos con una correcta educación y le imprimamos un componente lúdico en un medio natural cada día más ajeno.

Sin embargo, toda esta teoría, todos estos impulsos chocan con la participación y respuesta que habrá en la actividad. Porque cada día más, como ayer decía un buen amigo, la participación se pliega a un golpe de suerte. A ese golpe de suerte que moviliza a una pandilla de amigos, a ese golpe de suerte que le hace a uno optar por qué manifestarse entre dos o más opciones y situaciones injustas.

Dentro de apenas diez días me marcho de acampada. Espero, por tanto, que el golpe de suerte sea favorable